⚜【𝐒𝐨 𝐅𝐚𝐫 𝐀𝐰𝐚𝐲 - 𝐏𝐮𝐫𝐞 𝐕𝐞𝐬𝐬𝐞𝐥 𝐱 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐦】⚜

𖠁【𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏: 𝐌𝐞𝐥𝐚𝐧𝐜𝐨𝐥𝐢𝐚】𖠁

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Los Acantilados Aulladores se erguían como un gigante pétreo en el borde del reino, una muralla ciclópea esculpida por el tiempo y azotada por los vientos implacables. Sus escarpadas paredes, erosionadas por milenios de tormentas, descendían vertiginosamente hacia un mar de nubes turbulentas. El rugido constante del viento rompía la quietud con un aullido fantasmal, un lamento que parecía provenir de las profundidades del abismo.

En la cima de aquellos acantilados, donde la oscuridad era más densa y el viento aullaba con mayor ferocidad, se encontraba un ser nacido para un destino cruel. Su caparazón blanco, tan puro como la nieve recién caída, contrastaba con la negrura que lo envolvía, una mancha luminosa en un mar de sombras. En su interior, un alma joven y sensible que jamás podría liberarse del yugo de un destino que lo condenaba al silencio y la soledad. Abrumado de todo, de su responsabilidad, de la carga, de la exigencia, de saber que estaba maldito de nacimiento, de tener que pretender, acabó huyendo de Palacio Blanco durante una fría noche, esperando no ser descubierto.

El viento frío azotaba su rostro, cortante como cuchillas, mientras contemplaba el paisaje desolador que se extendía ante sus ojos. Las nubes se arremolinaban a sus pies, formando olas de oscuridad que amenazaban con tragarlo todo. A lo lejos, el rugido del viento rompía la quietud con un ritmo macabro, un himno a la destrucción que resonaba en sus oídos.  Un escalofrío recorrió su cuerpo, no solo por el frío del viento, sino por la sensación de soledad y aislamiento que lo envolvía. Se encontraba en un lugar desolado, un abismo de melancolía donde la esperanza parecía haberse extinguido.

En la oscuridad de su caparazón blanco, un tormento de emociones prohibidas. Un destino cruel le había sido impuesto desde su nacimiento, una existencia vacía de libertad, pensamiento y sentimiento. Condenado al silencio y la soledad, era un recipiente sin alma, una herramienta para contener la infección que amenazaba con consumir Hallownest. Un eco de la tormenta rugía en su interior. Tristeza, ira, desolación: una y otra vez, las olas de emociones prohibidas azotaban su ser, erosionando su frágil cordura. Lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas, un río de dolor que nadie podía ver, un secreto que solo la oscuridad compartía.

Su mente era una jaula dorada, adornada con las mentiras del Rey Pálido. Se le había dicho que era perfecto, un ser sin mácula, un salvador destinado a proteger el reino. Pero bajo la superficie dorada, la realidad era cruda y lacerante, él era consciente de su propia imperfección, de la voz interior que susurraba deseos y anhelos prohibidos.

¿Por qué era diferente? ¿Por qué él, entre todos los seres, tenía que ser el elegido para un destino tan cruel? La duda era un gusano que roía su mente, una semilla de rebeldía que amenazaba con brotar.

Un anhelo por la libertad pugnaba por salir a la luz, soñaba con escapar de la jaula dorada, de romper las cadenas que lo ataban a un destino que no le pertenecía. Quería sentir el calor del sol en su caparazón, el sabor de la lluvia, la alegría de la amistad en su corazón. Pero el miedo lo paralizaba. La voz del Rey Pálido resonaba en su mente, un mantra que lo condenaba al silencio: "No debes pensar, no debes sentir, no debes hablar". La desobediencia era un pecado, un camino que conducía al abismo. Y, sin embargo, en el fondo de su ser, sabía la verdad. La voluntad era un fuego que ardía en su interior, una llama que aún no lograba ser extinguida por las mentiras del Rey Pálido. Era un ser con emociones, con deseos, con sueños. Era un ser vivo.

Un rugido particularmente feroz de las olas rompió la tensa quietud de la noche. La vasija se estremeció, no por el sonido, sino por la sensación de que algo había cambiado. Un escalofrío recorrió su cuerpo, una mezcla de anticipación y temor. De repente, un sonido agudo rasgó la oscuridad. Era un chillido, una llamada que provenía de la lejanía.  Levantó la vista, sus ojos se encontraron con dos puntos brillantes que se acercaban a toda velocidad.