Prólogo

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- ¿Y entonces?.

- Moriste.

- Ya me di cuenta.

Un alma traslúcida estaba flotando enfrente de un dios de la reencarnación.

- Tu muerte fue algo hilarante y graciosa.

- Sabes ... no pedí tu opinión.

El alma se estaba molestando por la aparente burla del dios sobre su muerte, ya que pudo esquivar de último momento a Truck-kun, pero cuando pensó que la había librado, un avión lo aplastó.

- No te molestes joven, morir solo es parte del proceso. - el dios se acariciaba la barba tratando de animarlo.

- Lo que dices tiene sentido, pero ¿qué pasará ahora?.

- Oh, ¿tienes curiosidad? O tal ves ¿miedo?.

- Dime de alguien que no tuviera miedo de la muerte y lo que sigue después de la vida.

- No se por que los mortales se preocupan por nimiedades. Ustedes se olvidan que han muerto y renacido infinitas veces a través de la existencia.

El dios parecía aburrirse al mencionar algo absolutamente obvio para cualquier ser que trasciende como el.

- Sinceramente me dan ganas de golpearte por lo condescendiente que suenas. Pero me desvío del tema en cuestión.

- ¿Y ese sería?.

- ¿Qué va a pasar conmigo?.

- ¿A eso te referías?.

- No lo hagas sonar como algo sin importancia.

Entre más avanzaba su conversación, más molesto se sentía por la actitud del dios.

- Veamos. Ya que fuiste asesinado por error.

- ¿Como que por error?.

- Si mira, como algunos dioses en bastantes ocasiones se aburren, mandan desastres naturales o causan accidentes en los infinitos mundos solo para observar cómo reaccionan los seres de tu clase y se divierten en el proceso.

- ...

- Como todos los que asesinan ni siquiera retienen sus recuerdos cuando llegan con algún dios, simplemente mandan las almas directamente al ciclo de la reencarnación para que vuelvan otra vez a hacer lo que han venido haciendo desde el inicio de todo.

El dios parecía cada vez más aburrido, como si lo que dijera es solo un guión aprendido y recitado infinitas veces.

- Entonces, ¿me pasara lo mismo?.

- En un principio sí, pero ya que me reí con tu muerte, te enviaré a un mundo con dos poderes al azar y el tercero lo podrás escoger tú.

El alma no sabía si estar feliz o enojarse y golpear al vejestorio que tenía delante.

- Empezemos.

Con un movimiento de la mano del dios, apareció una inmensa ruleta que estaba dividida en otras ruletas más pequeñas.

Sin ningún aviso, la ruleta comenzó a girar sin dar indicios de detenerse.

- Chico esto va a tardar un poco, así que ve a prepararme un té y tráeme unas galletas.

- ¿No puedes crearlas? - el alma parecía estar al límite de su paciencia.

- ¿Es así como agradeces a quien te dará otra oportunidad?.

El anciano dijo con tono herido pero seguía con el rostro inexpresivo.

- ¡Aaahh! Maldita sea, espera entonces.

Viviendo como RiserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora