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Casi una semana desde su llegada a ese sucio lugar, el barco se movía mucho y regularmente tenía nauseas, había vomitado máximo 5 veces durante todo ese tiempo, esperaba que ese día fueran a pagar su rescate, sin embargo no sería lo que pasaría.
Escuchaba a las personas hablar sobre ella, no era muy fácil secuestrar a alguien de la realeza, era imposible. Ya que tenían guardias por todas partes, sin embargo no habían hecho bien su trabajo, ya que la habían secuestrado así de fácil.
La mayoría decía que ella era una princesa mimada y que por eso siempre la escuchaban hablar con si misma sobre el lugar, decía que era horrible y que la odiaba, en especial porque siempre que salía un ratón o algún insecto comenzaba a gritar como si en ese mismo momento vaya a morir.
Ella escuchaba todo esto y más, sin embargo no le prestaba atención. Solo eran personas que le tenían envidia por ser superior a ellos y por tener todo lo que ellos solo podían soñar con tener.
O bueno, eso quería pensar.
Sabía que era verdad, toda su vida siempre tuvo todo lo que quería e incluso más que eso, sus sirvientas siempre hacían todo lo que ella debería hacer sola, si se iba a cambiar la ayudaban, si se iba a dar un baño la ayudaban, si quería un peinado la ayudaban, en absolutamente todo la ayudaban.
No tenía recuerdos de haber hecho algo por si misma que no fueran cosas básicas como escribir y leer. Sin embargo, para ella eso era "normal" ya que eso le hacían creer. Y no sé quejaba ni un poco, de hecho, le encantaba.
De igual forma, siempre estuvo muy ocupada como para tener un hombre en quien estar enamorada y confiar en el. Aunque era algo obligatorio, ya que necesitaba casarse y tener un futuro heredero al trono. Si no, todo su esfuerzo para reinar sería en vano.
Era molesto, porque todos siempre tenían la idea de que todas las princesas se casaban y dependían de su "príncipe azul" y aunque era lo que probablemente le pasaría, le enojaba que eso pasara.
A veces quería romper las reglas y usar pantalón como los hombres, cortar su larga melena por arriba de los hombros, entre otras cosas. Sin embargo, ella solo podía usar largos vestidos, tener el cabello por abajo de su trasero y verse totalmente femenina, y eso significa que nada de lo que siempre quiso intentar algún día se cumpliría.
A veces deseaba ser un hombre, ya que ellos tenían menos responsabilidades que las mujeres... O bueno, un poco menos.
Escucho pasos cerca de su celda y salió de sus pensamientos por unos momentos, y allí fue cuando vio a un chico con una familiar melena azul entrar.
No había duda alguna, era Kaeya Alberich, el capitán.
