Desenlaces desafortunados

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¿Cuánto tiempo había pasado? No lo sabía, lo único que en su mente maquinaba eran las miles de posibilidades que habían para que un niño le abriera la puerta, mas no quería darle crédito a alguna, mucho menos a la que le restregaba en el rostro cuán equivocado estuvo al haber creído ciegamente que el castaño no continuaría con su vida. ¿Es que acaso se creía tan importante como para evitarle hacer aquello? La respuesta estaba más que clara.


—Eh... ¿Señor?— Llamó el pequeño sacando al moreno de sus pensamientos —¿Está bien?— El menor tomó suavemente su mano al ver el rostro de impacto en Yuu, éste observó el gesto sin saber qué hacer.

—Y-Yo...— Tartamudeó mas no podía hilvanar sus ideas, definitivamente eso era demasiado. Las piernas le temblaban y en su estómago sentía un vacío enorme —...sí... Estoy bien. Creo que me equivoqué, lo lamento.–  Y sin mayor preámbulo soltó la mano del pequeño comenzando su marcha de regreso a paso rápido, yendo tan ensimismado que ni cuenta se dio cuando había tomado las escaleras en vez del elevador.


Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas en cosa de segundos pero no les dió crédito, no fue hasta cuando tropezó en uno de los escalones que se detuvo para recuperar el aliento y recién ahí pudo darse cuenta de lo que pasaba:

Definitivamente lo había perdido.


—¿Quién era? — Preguntó el castaño una vez que el pequeño Takanori apareció en la cocina.

—Hum... Un señor bonito.

—¿Eh?

—Sí, era un señor bonito pero extraño. Me vio, se quedó tieso y luego se fue. Dijo que se equivocó.— Se encogió de hombros.

—Agh Takanori, la próxima vez esperas a que yo abra la puerta ¿okay?— El menor asintió —Bien, ahora ve a lavarte las manos que la cena está lista.

—¡Okee!— Corriendo el pequeño fue al baño para lavarse las manos, mientras tanto Kouyou servía la cena para ambos manteniendo en mente aquel extraño encuentro que había tenido su hijo hacía un par de minutos atrás.














—De hecho el tipo lo tenía en las nubes y el cabrón lo sabía; así y todo no le costó nada dejar de lado a "su Uruha". Como detesté siempre ese apodo de mierda...

—Esperaesperaespera. ¿Uruha?—En ese momento el castaño se incorporó casi de un salto encontrándose de lleno con el ceño fruncido de Akira.

—Sí, "Uruha".

—Y... De casualidad este "tipo" del que me hablas ¿se llamaba "Yuu"?— En ese punto las cejas del rubio estaban casi al punto de toparse una con otra. El mayor asintió.—Akira no lo puedo creer...

—¿Qué es lo que no puedes creer?— Inquirió el aludido un tanto hastiado por la incertidumbre, siguiendo en todo momento al moreno que ya de pie no dejaba de trajinar de un lado a otro revolviéndose los cabellos. —¿Me vas a decir por qué estás así? Vas a terminar haciendo un hoyo en el suelo.

—Dios... El mundo es demasiado pequeño, o definitivamente tú y yo estábamos destinados a conocernos.— En cualquier otra situación aquella declaración habría sido por demás romántica sin duda alguna, mas debido al contexto claro estaba pasó por completo desapercibido para el pastelero que, hundido en el sillón de su departamento ya no sabía cómo más sacar información.

—¿Vas a decirme o tengo que adivinar?


Kai entonces se dejó caer por fin en el mueble junto a él y tras acomodarse mejor exhaló un prolongado suspiro.


Lo hice por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora