Torbellino

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El fin de semana había pasado volando siendo el tiempo el peor enemigo de Takanori, "tío Reita" (quién le enseñó tantos lugares increíbles como su pequeña imaginación pudo haber creado) había reafirmado su posición de superhéroe con creces. Pero como todo tenía un fin y éste llegó más temprano que tarde, con la promesa de volver a verle muy pronto el rubio intentaba convencer al pequeño de subir al transporte que les llevaría de vuelta a su pueblo natal. Mientras entre pucheros y uno que otro arrebato Taka giraba una figurilla de acción erráticamente entre sus manos, soltando un pequeño y dramático suspiro.


—Vamos, no te pongas triste. El viaje va a ser corto y en menos de lo que te imagines vas a estar de vuelta.

—¿Y tú no puedes venir con nosotros...? Shima es muy feliz cuando estamos juntos... Juntos los tres...

—Lo sé, pequeño. Créeme que también soy muy feliz cuando tú y tu papi están conmigo, es por eso que ahora deben volver a Hyogo para recoger sus cosas y volver aquí, a Tokio. Ya no nos separaremos más después de eso. Es una promesa...— Aquello último le fue susurrado al menor antes de un pequeño ataque de cosquillas que hizo el ánimo de Takanori subiera por las nubes. Ni rastro quedó de la tristeza e incertidumbre que se había apoderado de sus pequeños ojos, de hecho, estiró los bracitos para alcanzar a abrazar al más alto quién no hizo más que acunarlo antes de dejarle ir, claro, no sin antes advertirle que se quedara quieto en el asiento hasta que su padre subiera con él.


Toda la escena había sido observada de cerca por un castaño risueño que no podía llegar a creer cuánta influencia tenía el rubio en su retoño.


—Definitivamente te ama.

—Claro, cómo no, ¡si soy el mejor tío del mundo!— Alardeó y el castaño le dejó caer un golpe en la nuca. Entre risas terminaron abrazándose y con el mismo tinte protector utilizado hacía momentos atrás el mayor frotó la espalda de su amigo. —Cuídate mucho ¿Sí? Y no demores que te voy a estar esperando. El otro fin de semana te quiero aquí. Ya no hay vuelta atrás.

—Descuida, esta vez no te voy a fallar. En cuanto encuentre a quién rentarle el departamento nos tendrás a Taka y a mí de vuelta.

—Eso es todo lo que necesitaba escuchar. -Concluyó el rubio, tras eso se escuchó por alto parlante el último llamado para que la gente abordara obligándolos a romper contacto. El castaño le dedicó una última sonrisa albergando dentro de sí aún el nerviosismo que al parecer no quería abandonarlo, pero que esta vez no iba a interceder en la decisión ya tomada.


Una vez dentro del tren y ya acomodado en su asiento el castaño apoyó la nuca contra el asiento, cerró los ojos por un momento sintiendo cómo la marcha iniciaba.


—¿Qué sucede Shima?— Preguntó curioso el niño, observándole.

—Nada importante, Taka. Solo me duele un poco la cabeza.— Respondió el aludido volviendo la mirada al menor.

—Entonces deberías dormir. Dormir siempre arregla todo.— Aconsejó con asombrosa madurez volviendo la atención a su figura de acción, provocando una sonrisa entre enternecida y divertida en el castaño que, claro estaba, haría caso a las palabras de su hijo.


Y así fue como el viaje de vuelta inició, demasiadas promesas que cumplir y un nuevo futuro por abrazar; por ahora sólo se quería quedar suspendido en aquel momento, o por lo menos hasta que le tocara encontrarse nuevamente con la realidad.









"Ya estoy sólo en el departamento... ¿Vienes y te pago el favor ahora?"


Aquel fue el mensaje de texto que había puesto a Kai de cabeza, tras leerlo una y otra vez (como queriendo verificar si era verdadero y no producto de su imaginación) se decidió a actuar.

Lo hice por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora