Golpe de realidad

63 6 5
                                    




El tiempo siguió transcurriendo y como habían acordado cada fin de semana Yuu viajaba hasta Hyogo para estar con Kouyou, todo se resumía a besos, abrazos y arrumacos varios de los cuales Akira era testigo y alegaba por la posible diabetes que le pudieran provocar con "tanto derrame de azúcar".

Lunes por la tarde y Kouyou junto a Akira estaban sentados en la cafetería de la Universidad, por alguna extraña razón el menor de los dos estaba siendo afectado por un cansancio inconmensurable desde hacía ya varias semanas, cosa que para él era algo que simplemente no tenía lógica puesto que el trabajo ahora era sólo de medio tiempo y en sí las clases no le implicaban tanto desgaste físico.

—Deberías ir al médico Shima, hace ya rato que andas con cara de muerto en vida, te ves horrible.

—Ah, gracias ¿eh? Con este amigo...

—¿Y sensible? ¿Qué demonios? En serio, tú no eres así y fuera de broma me estás preocupando, cabrón.

—Vale ya. De seguro es estrés pero igual iré a ver a un médico en cuanto pueda.

—¿Estrés? ¿Estrés de qué? ¡Si no haces prácticamente nada!

—Ah ya, ¿es el día de "molestar a Kouyou"? — En ese momento el castaño tomó sus cosas y se levantó repentinamente ante la atónita mirada de su amigo que en serio no entendía qué demonios pasaba. —Porque si es así, te puedes ir a-a la real mier- — Y en eso quedó, lo siguiente que se escuchó fue el correteo de las sillas aledañas cuando el más alto se desplomó sin previo aviso.

—¡Shima!— Recién en ese momento el rubio se levantó y corrió hasta su amigo para intentar hacerlo reaccionar, pero ante la nula respuesta vociferó a por ayuda que no demoró en llegar junto a un par de compañeros de ambos que le ayudaron con sus pertenencias hasta llegar a la enfermería.


El resto de la tarde Akira no se movió de su lado, aunque no fue mucho el tiempo que estuvieron ahí en cuanto Kouyou despertó y se pudo estabilizar mejor fue envido a casa con la recomendación de ver a un médico, el chico alegaba que sólo se podía tratar de la mala alimentación que arrastraba junto a todo el estrés que su amigo obvió rodeando los ojos.


—Ya, sólo llévame a casa, necesito descansar.

—Ah no, señor. Lo siento por ti y tu plan de hibernación pero ahora mismo nos vamos a la clínica, y no, no voy a aceptar un "no" como respuesta, Takashima. Es lo último que diré.


Todo mundo sabía que cuando Akira le llamaba de aquella forma era porque estaba realmente molesto, de ahí a quedar entonces en completo mutismo puesto que con toda una vida juntos el aludido sabía que entrar a discutirle estando en ese estado desataría una guerra campal. Además, le entendía, el grado de preocupación adherida era inevitable, no podía seguir siendo egoísta.

Llegaron al centro médico en el tiempo que estimaba, con ayuda de su amigo el castaño hizo el registro y sólo les restó esperar por la llamada del médico que, para su fortuna, no tenía demasiada demanda en ese instante.


—Veo que tienes el rostro amoratado, ¿Debo preguntar cómo quedó el otro? —El comentario del médico provocó sólo una sonrisa media tímida en su paciente y un bufido en su acompañante.

—No fue una riña— Respondió con tranquilidad. —Me desmayé en la universidad. Seguro por un alza de presión o algo así, no sé cómo explota el estrés en cada persona...

—Dile la verdad— Interrumpió Akira, ganándose la mirada de odio por parte de su amigo. —Doc, lo que pasa es que este engendro últimamente ha estado demasiado extraño, duerme todo el tiempo, anda con poco apetito. Hubo una semana en la que estuvo volteando el estómago casi todos los días y ni decir, mírelo, parece un esqueleto, ha bajado demasiado de peso. Sería bueno que lo examinara, por favor, porque de verdad ya no quiero andar con un zombie por la calle.

Lo hice por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora