Capitulo III

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III


El rugido de un temible dragón rojo surcando los cielos anunció la llegada del príncipe canalla, Daemon Targaryen a Desembarco del Rey. El conflicto en los Peldaños de Piedra había llegado a su fin.

Pese a su gran hazaña, el proclamado "Rey del Mar Angosto" fue recibido por una Sala del Trono totalmente vacía, a excepción de su hermano mayor, quién estaba de pie frente al trono de las mil espaldas.

— Hermano, has vuelto — Exclamó Viserys, quién pese a intentar mantener una postura digna y una voz neutral, en sus ojos se reflejaba el escozor de sus lágrimas amenazando con brotar. Lo había extrañado tanto.

— Agrégala al trono — El sonido de una espada cayendo pesadamente al suelo provocó un estruendo metálico y agudo que reverberó en el aire. El rey no evitó reírse ante la irreverencia del menor, él siempre había sido un príncipe atrevido.

— Me asegurare de que se coloqué en un lugar apropiado — La sonrisa complacida del rey extraño al príncipe, Viserys jamás parecía estar satisfecho con nada en relación a Daemon.

— Utilizas una corona, ¿solo puedo suponer que es un trofeo de guerra? — Él sabía la respuesta, por supuesto, pero quería apreciar el orgullo reflejado en los ojos de su hermano menor al decir que lo nombraron el rey del Mar Angosto.

—...Sin embargo, sé que solo hay un verdadero rey, majestad — El príncipe canalla hincó su rodilla y agachó el rostro ante él. — Mi corona y los Peldaños de Piedra son suyos.

En un silencio interrumpido por sus pasos, Viserys se acercó hacia su hermano menor y tomó la corona que se le era ofrecida entre sus manos, él observó a Daemon con genuino aprecio, una sinceridad tan implícita que dejó atrás su máscara como el rey.

La atesorare por siempre — El sarcasmo que Daemon estimó en sus palabras jamás llegó, creía que toda muestra de caridad fraternal se había enterrado debajo de los cimientos del reinado de su hermano — Vamos, de pie.

Al ponerse de pie, Daemon apoyó su cabeza sobre el hombro de Viserys y al instante, el mayor lo abrazó con fuerza, con lágrimas prófugas que recorrieron sus mejillas, él se aferró a Daemon como si hubiera pasado más de un siglo sin verlo, cuando en realidad, así fue, tres siglos con exactitud. En ese momento, todo el dolor y el trauma de la caída de su familia se desvaneció, sustituidos por un sentimiento de gratitud y felicidad que el rey dudo volver a sentir.

— Tengo una gran deuda contigo, hermano — Alcanzó a decir, se encontraba tan ensimismado en la intimidad de su intercambio que creyó olvidar cómo hablar.

¿Tú, conmigo?, ¿quién eres y qué le hiciste a mi rey? — Inquirió Daemon, considerando las acciones de su hermano impropias.

Viserys chasqueó su lengua y frunció el ceño, se había resignado hace años a la actitud del menor, pero nunca dejaba de ser hilarante. — Pequeño canalla... Tú y yo tendremos una larga conversación sobre algunos aspectos de tu vida.

— Ha vuelto el rey que adora dirigir mi vida, empezaba a extrañarlo. ¿Qué sermón me dará el día de hoy, majestad? — El ademán en sus palabras procuraba un evidente sarcasmo y burla hacia Viserys.

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— He anulado tu matrimonio con Rhea Royce. — Proclama Viserys, sentado a la cabecera del Pequeño Consejo, en la soledad de la cámara, Daemon lo mira escéptico, aquella alianza había sido arreglada por la abuela de ambos, la Reina Alysanne — Considerando que el matrimonio nunca fue consumado, el Septón Supremo no contempló mayor inconveniente para anularlo, puedes agradecerme.

La Dama Dragón | 𝐇𝐨𝐮𝐬𝐞 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora