Los tres mosqueteros |Ghost x Soap x Alejandro x tu |+18

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¿Quién era ___? Esa fue la pregunta que comenzaron a hacerse después de esa ocasión.

Lo único que sabían sobre ti era que eras hija de un político importante en México, tu edad juvenil, pero no más.

¿Qué era lo que te hacía tan valiosa como para quererte asesinar sobre todos los demás?

No a tu padre, a ti.

Aquellos tres quisieron preguntar algo al respecto sobre el interrogatorio regresando a la casa provisional, pero solo les mencionaste que no estabas de humor para hablar y te marchaste a tu habitación, una actitud que solo tuviste los primeros días de conocerse.

Debías estar alterada por el intento de asesinato, pensaban.

Era normal, eras una joven viviendo cosas horribles que nadie de tu edad debía vivir; estaban decididos a ayudarte a que pudieras vivir tranquila de nuevo.

La mañana siguiente saliste a desayunar con una gran sonrisa en el rostro, animada.

— ¡Buenos días! —saludaste a todos con extrema alegría.

Los tres te saludaron con extrañeza, intercambiaban miradas, haciéndose preguntas por telepatía respecto, pero no podían adivinar que sucedió.

—___ ¿Estás bien? —preguntó Soap.

—Estoy bien ¿Por qué no lo estaría?

Estabas como si nada, el día de ayer solo te encerraste en tu habitación sin querer ver a alguien y ahora estabas brillando como sol a medio día. No quisieron preguntar más al respecto, no eran psicólogos ni nada por el estilo, solo les alegraba saber que estabas bien y el daño mental permaneció al mínimo.

Terminaste de prepararte para ir a la escuela, les diste un tierno beso en la mejilla a los tres antes de bajar del auto:

— ¡Nos vemos en un rato! —te despediste, diste media vuelta, caminaste hasta la entrada del edificio mientras Miranda se acercaba a ti— ¿Hiciste lo qué te dije?

— ¿De verdad eso funciona? —pregunto mientras veían como Karima pasaba frente a ustedes.

Solo sonreíste.

—Me preocupa que sonrías.

Continuaron platicando mientras platicaban sus cosas yendo al salón, cuando Karima llegó, noto un pene dibujado en su asiento, todos reían, ustedes apenas entraban mientras se iba a su sitio fingiendo ignorar lo que sucedía.

Otro día su bata de laboratorio estaba manchada de rojo en el trasero, ella no se dió cuenta y estuvo así todo el tiempo hasta que alguien le dijo:

— ¿Ya te bajo? —se río un chico al verla.

Ella se avergonzó, intento dejar que la vieran, pero solo provoco más risas. Las siguientes veces escondían su mochila o la pegaban en el techo, en otras llenaban su mochila con basura, así por un par de semanas.

Poco a poco, entre bromas como esa, ella se volvía más paranoica, intentaba buscar al responsable sin resultado alguno, imprimían memes con su cara y los dejaban por todos lados; no tomó mucho tiempo ver como los demás se unían para ver quién le hacía más bromas y aunque Karima intento detener todo a base de amenazas, insultos y violencia, ya nadie le temía al ver su intento desesperado por detener todo, al contrario, solo lo provocaba más.

Al final solo dejaron que el resto continuara el incendio que provocaron.

—En verdad funciona—dijo Miranda al ver con la mirada perdida de Karima en su asiento rayado con dibujos obscenos e insultos—Me debería sentir mal, pero en realidad no.