9 Ivy

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En la oscuridad de la noche, el miedo me envuelve,
la soledad me abraza, mi corazón se resuelve.
El silencio es mi compañero, la ausencia me consume,
temo perderme en la nada, en la tristeza que se resume.

El eco de mis pensamientos retumba en mi mente,
la sensación de vacío me hace sentir impotente.
¿Qué será de mí sin alguien a mi lado?
¿Cómo enfrentar la vida sin un abrazo cálido?

La sombra de la soledad se alarga a mi alrededor,
me siento perdido, sin rumbo, sin amor.
El temor a estar solo me paraliza el alma,
me sumerge en un mar de angustia y descalma.

Pero en medio de la oscuridad, una luz titila,
la esperanza se asoma, la fe se avizora tranquila.
Aprendo a disfrutar de mi propia compañía,
a valorar mi ser, mi esencia, mi poesía.

La soledad ya no es un enemigo, sino un aliado,
me enseña a conocerme, a estar conmigo mismo a mi lado.
Descubro que la verdadera soledad está en el interior,
y que el amor propio es el mejor antídoto, el mejor motor.

Acepto mi soledad como parte de mi camino,
aprendo a disfrutarla, a encontrar en ella mi destino.
Ya no temo estar solo, porque sé que siempre estaré conmigo,
y en esa conexión profunda encuentro paz y abrigo.

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