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Sus ojos se abrían lentamente, mientras trataba de averiguar dónde estaba. La cabeza le estallaba y tenía una sed insaciable.

—Agh... ¿Que demonios pasó? —en ese momento Katsuki se percató que estaba en un sillón y había sido cubierto con una manta— ¿Dónde... Estoy?

Pronto el aroma a pan recién horneado lo invadió y eso solo lo confundía más.

—Oh, despertaste —le habló un hombre alto y barrigón que pasaba por ahí— quedate aquí, en unos minutos Kirishima acabará su turno.

¿Le hablaba a él? Claro que le hablaba a él, no había nadie más en ese lugar.
Bakugo solo asistió en señal de respuesta y el hombre se fue.

¿Kirishima? ¿Quién demonios era ese?

—Agh, en que líos te metiste ahora, idiota... —se regañó a si mismo mientras cubría su rostro con ambas manos en señal de frustración.

Katsuki estaba agotado, su cuerpo dolía y ardía, recordándole todo el tiempo que estuvo en esa maldita habitación sexual la noche anterior.

Sintió un rugido en el estómago, es verdad no había comido nada desde ayer y el aroma a pan recién horneado no ayudaba.

—Ya estás despierto... —Eijiro ingreso a ese cuarto de descanso— te traje aquí porque...

—¡Tu! —reuniendo todas sus fuerzas Bakugo se levantó abalanzándose sobre Kirishima.

—¡Oye! Detente —dijo el pelirrojo desde el suelo mientras Katsuki lo golpea débilmente— quiero ayudarte.

—¡¿Ayudarme?! ¡Por tu estúpida culpa acabe así!

Poco a poco las fuerzas del cenizo se fueron agotando, lo que lo dejo algo tranquilo.

—Ahora si... ¿Me dejas hablar?

—Pudrete.

Empujando por última vez a Kirishima, Bakugo se levantó y fue al sillón donde había despertado.

—Oye... Katsuki... —comenzó Eijiro mirándolo desde el suelo.

—No me llames así.

—Pero... Me dieron ese nombre ¿No te llamas así?

—Qué te importa.

Era como hablar con una pared... Una pared muy grosera. Sin notar ningún avance en su charla, Kirishima optó por usar su mejor jugada.

Salió de la sala de descanso y tras unos minutos volvió a ingresar con una bandeja llena de todo tipo de panes dulces y salados.

—Ten —le alcanzó la bandeja al rubio— no se cuál te gusta, por lo que traje un poco de todo.

—No tengo hambre. —nuevamente su estómago hizo presencia con un ruido que indicaba lo contrario— Mierda...

Rápidamente Bakugo tomo un pan al azar de la bandeja y se lo metió a la boca, sin dejar de fruncir el ceño ni por un segundo.

Kiri dejo la bandeja al lado de Katsuki y se fue a la parte de adelante para cerrar la panadería. Era su primer día trabajando ahí, por lo que no debía causar una mala impresión.

Luego de unos minutos, Eijiro volvió con Katsuki, quien se encontraba con la boca llena y sosteniendo la bandeja vacía.

—Wow... Si que tenías hambre.

—Cadade —(Callate) respondió el cenizo aún con la boca repleta.

—Jajaja, eres divertido —Eijiro se sentó al lado suyo en el sillón, tomando una distancia, claro— y dime ¿Ya estás mejor?

Sin respuesta.

Eijiro quería aclarar algunas cosas, pero no podía hacerlo si el rubio seguía comportándose de esa manera, necesitaba otra estrategia para entablar una conversación civilizada con él.

—Hiciste un buen trabajo hoy Kirishima —entro Fatgum a la sala de descanso, mirando a ambos chicos con cierta distancia— ¿Qué sucedió? ¿Pelearon?

—Algo así —respondió el pelirrojo nervioso— pero...

—Hay una sola regla con mis empleados— lo interrumpió el más alto— las discusiones deben solucionarse ese mismo día.

—¡Pero yo nisiquiera trabajo aquí...! —gruñó el rubio

—No importa, deben reconciliarse —inmediatamente Fatgum levantó a ambos chicos en un fuerte abrazo— debemos ser amigos todos.

Aunque a veces Taishiro parecía una persona muy intimidante por su gran altura, en el fondo era como un oso de peluche gigante, abrazable y tierno.

—¡Suéltame panzón! —comenzó a patalear Katsuki.

—No, hasta que te calmes —el más alto los abrazo más fuerte.

Bakugo se sentía axfisiado e incómodo con esa acción, nunca fue fanático de los abrazos y tenía repulsión hacia ellos.
Por su parte Kirishima estaba a gusto, Fatgum le trasmitía paz, como si alguien le dijera que todo iba a estar bien, era como abrazar a un malvavisco gigante.

Fatgum los abrazó hasta que Bakugo por fin se cansó de patalear y protestar, fue entonces que los soltó para volver a hablar con ellos.

—Lo ven, no fue tan malo —comenzó, entonces Katsuki desvío la mirada— un abrazo lo cura todo, siempre lo he dicho.

—Pero no te paga los 200 dólares que robaste de alguien —ironizó el cenizo mientras se cruzaba de brazos.

—¡Yo no te robe nada! —se defendió Kiri— ¡Tu querías robarme a mi!

—¡¿Sabes cuánto paga la gente por mi culo?! ¡Agradece que te hice un descuento!

—Oigan chicos —interrumpió algo incómodo Fatgum— no creo que esto sea de mi incumbencia, pero deberían terminar su discusión en otro lado... Tal vez más privado.

Masajeandose el entrecejo, Katsuki tomo una bocanada de aire antes de volver a hablar con el pelirrojo.

—Tienes 24 horas para pagarme lo que robaste.

—¡¿Qué?!

—Ya lo he dicho ¡24 horas! —reafirmó el cenizo— mañana volveré a la misma hora.

Fue entonces que Katsuki tomo sus cosas y salió de ese cuarto azotando la puerta.

—Ay Kiri...—trató de consolarlo el mayor— en que líos te metiste.

Eijiro también se sentía frustrado, entre la espada y la pared. No tenía dinero ni para si mismo ¿De dónde sacaría dinero para pagarle a alguien más?

De pronto la puerta del cuarto se abrió, dejando ver a un cabizbajo rubio enojón.

—Tsk ¿Por dónde es la salida de este lugar? —habló tratando de ocultar lo apenado que estaba.

—Yo te guío.

Entonces Fatgum se lo llevó, dejando al pelirrojo solo en el cuarto de descanso.

Eijiro se recostó en el sofá cubriendo su rostro con el antebrazo derecho.

—¿Qué se supone que haré ahora? Ja, nisiquiera pude preguntarle nada.

—¿Qué se supone que haré ahora? Ja, nisiquiera pude preguntarle nada

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~Tali

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⏰ Última actualización: Mar 18 ⏰

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