le miroir et le temps ᝰ.ᐟ

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La primera vez que Jungwon se dio cuenta de lo que realmente estaba en juego, fue cuando intentó salir de la casa y se encontró de nuevo en la misma habitación desde la que había partido. No importaba cuántas veces cruzara las puertas, siempre acababa volviendo al mismo lugar.

Y despertó en el suelo frío, sus manos extendidas sobre las baldosas desgastadas de lo que parecía ser una sala vacía. El eco de la risa de Seeun aún resonaba en sus oídos, suave y perturbador. Se levantó lentamente, sintiendo el peso de la confusión y el miedo que lo oprimía. Miró alrededor, pero la habitación estaba completamente desierta, salvo por el enorme espejo que cubría una de las paredes.

Al recordar lo que había visto en el reflejo antes de desmayarse, el pánico volvió a invadirlo. El chico que había visto en el espejo no era él; era uno de los chicos de las fotos de la casa, otro "jugador" atrapado. Pero, ¿qué significaba eso? ¿Estaba viendo su propio destino reflejado en esos rostros? Sacudió la cabeza, tratando de enfocarse. Necesitaba respuestas, y más importante aún, necesitaba salir de allí.

Se acercó con cautela al espejo. Su propio reflejo parecía correcto esta vez, pero había algo extraño en el cristal. La superficie no reflejaba la luz de manera normal, como si estuviera opaca, velada por una niebla invisible. De repente, un nuevo pensamiento lo asaltó: ¿y si el espejo no era solo un reflejo? ¿Y si era una puerta?

Movido por la desesperación y la falta de alternativas, Jungwon levantó una mano y la presionó suavemente contra el cristal. Para su asombro, sus dedos se hundieron en él como si el vidrio fuera agua. Una ola de vértigo lo envolvió cuando sintió cómo su mano desaparecía dentro del espejo. Conteniendo la respiración, dio un paso hacia adelante y cruzó completamente.

Del otro lado, todo era diferente. El ambiente cambió de inmediato. La luz era más intensa, y el aire parecía más pesado, cargado con una sensación de anticipación. Estaba en lo que parecía ser el mismo pasillo de la casa, pero algo en los colores y las sombras lo hacía sentir distorsionado, casi irreal. Los muebles y los cuadros estaban ligeramente torcidos, como si todo estuviera desfasado.

Escuchó pasos detrás de él, pero cuando se giró, no había nadie. La risa de Seeun resonaba de nuevo, esta vez más cerca.

—Peek-a-boo... —dijo su voz, burlona, mientras las luces de la casa parpadeaban.

Jungwon sabía que no podía confiar en lo que veía. La casa estaba jugando con él. Avanzó rápido por el pasillo, buscando algo, cualquier cosa que le diera una pista sobre cómo escapar. Cada vez que giraba una esquina, las paredes parecían cambiar de lugar, llevándolo en círculos, haciéndolo sentir atrapado. Y todo el tiempo, sentía la presencia de Seeun, acechando en la periferia de su visión.

Después de lo que parecieron horas de caminar sin rumbo, finalmente encontró una puerta que no había visto antes. Era grande, con una manija de bronce antigua. Algo le decía que esa era la salida... o al menos, una salida. Pero cuando la empujó para abrirla, se dio cuenta de que no llevaba al exterior, sino a una habitación completamente vacía, con solo un reloj antiguo colgado en la pared, marcando el paso del tiempo.

Entró despacio, cerrando la puerta detrás de él. El sonido del tic-tac era ensordecedor en la quietud del lugar. Al mirar de cerca el reloj, notó algo extraño: las manecillas no se movían de manera normal. El segundero avanzaba y retrocedía, como si estuviera atrapado en un bucle.

—El tiempo no funciona igual aquí —dijo Seeun, apareciendo de la nada en la esquina de la habitación. Esta vez no sonreía. Sus ojos eran serios, como si algo hubiera cambiado en el juego—. ¿Sabes lo que eso significa, Jungwon?

Él la miró, sintiendo que cada vez entendía menos de lo que estaba ocurriendo.

—¿Qué es este lugar? —preguntó, frustrado—. ¿Qué soy para ti, Seeun? ¿Qué quieres de mí?

Seeun se acercó lentamente, su mirada clavada en él.

—Tú eres... interesante —respondió en su habitual tono suave y tierno—. La mayoría de los chicos que vienen aquí pierden rápido. El juego los consume. Pero tú... eres diferente. Tienes algo que me intriga.

—¿El juego? —repitió Jungwon—. ¿Qué tipo de juego es este?

Seeun lo miró con ojos brillantes y fríos.

—El juego de la casa. Un ciclo que se repite una y otra vez. Los que juegan y pierden, se quedan. Los que ganan... —se detuvo y su sonrisita volvió a aparecer—. Bueno, nadie ha ganado. Pero tú podrías ser el primero— Chilló tierna mientras se balanceaba sobre sus talones.

Jungwon no sabía si debía sentir esperanza o temor. Cada palabra de Seeun parecía cargada de dobles sentidos, como si hubiera más secretos detrás de sus palabras. Sentía que el tiempo se acababa, pero ni siquiera sabía lo que estaba buscando.

—¿Qué tengo que hacer? —preguntó finalmente.

Seeun lo observó por un momento más, antes de que la habitación comenzara a distorsionarse una vez más. El reloj en la pared parecía acelerar, y las sombras crecían a su alrededor.

—Solo tienes que encontrar la respuesta tontito —dijo ella, antes de desaparecer de nuevo en el aire, como un espejismo—. Pero el tiempo no está de tu lado.

Las paredes comenzaron a cerrarse a su alrededor, y el reloj avanzaba cada vez más rápido. El tic-tac era ensordecedor. Jungwon sintió que el suelo bajo sus pies comenzaba a ceder, como si estuviera desmoronándose. Tenía que pensar rápido, encontrar la respuesta, antes de que fuera demasiado tarde.

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PEEK A BOO ─── sewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora