En la pequeña ciudad de Hawkings, donde los secretos y los misterios parecen acechar en cada esquina, una adolescente llamada Natalie, de 17 años, llega con una mochila llena de interrogantes y una esperanza latente en su corazón. Después de descubr...
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☆ -------- 007." La sala de castigo "-----------☆
El director los envió a la sala de castigo y les advirtió que llamaría a sus padres. El semblante de Steve palideció brevemente al escuchar la noticia. Con gestos de enfado, ambos entraron a la habitación y se sentaron en los pupitres; la sala estaba vacía, solo Steve y Natalie presentes.
-El primer día que llego y ya en la sala de castigo, ¡qué gran comienzo!-comentó Natalie con sarcasmo, despeinándose un mechón de cabello.
-Esto te pasa por haberme tirado la botella- acusó Steve con resentimiento.
-Si tú no me hubieras empujado, no estaríamos aquí, estaría sola, porque más vale estar sola que mal acompañada-respondió Natalie con determinación y elocuencia.
-Eres insoportable-espetó Harrington con tono de superioridad.
-Y tú un gilipollas-contraatacó Natalie sin rodeos. Steve simplemente rodó los ojos ante la tensa interacción.
Natalie se recostó en la mesa y observó a Steve, quien intentaba arreglarse el pelo mojado. Una risa se escapó de sus labios, pero un pensamiento fugaz cruzó su mente; Steve, a pesar de todo, no lucía mal con el cabello desordenado y mojado. En cierto modo, se veía atractivo de esa forma. Sin embargo, rápidamente sacudió la cabeza, desechando esos pensamientos. Steve Harrington seguía siendo simplemente un gilipollas arrogante y egocéntrico.
Steve, ajeno a los pensamientos de Natalie, seguía tratando de acomodar su peinado ante su imagen deshecha por el incidente. En medio de su tarea, notó la mirada de Natalie sobre él y levantó la mirada, encontrándose con los ojos de ella. Por un instante, ambos se observaron en un silencio incómodo que se prolongó durante unos segundos antes de que Natalie desviara la mirada.
Con un gesto de molestia, Steve terminó de arreglar su cabello y se puso de pie, caminando hacia la ventana de la sala de castigo. La tensión entre ellos seguía latente en el aire, una mezcla de atracción reprimida y rencor que parecía envolver la habitación. Natalie respiró hondo, tratando de alejar los pensamientos confusos que habían surgido y se enfocó en su determinación de no dejarse afectar por el comportamiento de Steve.
Steve dirigió su mirada hacia Natalie.
-Oye... experta en tropiezos-la llamó con un tono ligeramente burlón. Natalie le devolvió la mirada con una sonrisa entre enfadada y desafiante.
-¿Eres la prima de Jonathan Byers o algo así?-preguntó Steve, mostrando cierta curiosidad genuina.
Natalie soltó una risa irónica.
-¿Qué te importa?-le respondió con un deje de desdén.
-Curiosidad-contestó Steve, tratando de sonar casual. Natalie suspiró resignada, decidiendo revelar un poco más de su vida.
-Somos hermanos-admitió finalmente, enfrentando la mirada confundida de Steve.
El ceño de Steve se frunció en incredulidad. -¿Hermanos?-repitió, desconcertado por la noticia inesperada.
-Es... complicado-murmuró Natalie, desviando la mirada brevemente. Steve elevó las cejas, asintiendo mientras se acomodaba el flequillo.
A pesar de su determinación inicial de mantenerse indiferente a Steve Harrington, Natalie no podía evitar sentir una leve atracción por ese chico engreído. Sin embargo, ella se obligó a reprimir esos pensamientos, recordándose a sí misma que no debería dejarse llevar por las apariencias del obstinado Harrington.
Los minutos transcurrían lentamente en la sala de castigo. Steve se mantenía inquieto, recorriendo la clase con la mirada y dando vueltas de un lado a otro. Mientras tanto, Natalie se hallaba absorta en su libreta, entregada a sus dibujos. La pasión por el arte era algo que realmente le apasionaba.
De vez en cuando, Steve desviaba su atención de la ventana y observaba de reojo a Natalie. Notaba cómo lucía hermosa mientras dibujaba, con un aire de misterio que lo intrigaba. Sin embargo, rápidamente sacudía la cabeza para alejar esos pensamientos. Natalie era solo una chica insoportable, eso era lo que se repetía a sí mismo.
Natalie comenzaba a aburrirse mientras llenaba página tras página de su libreta con dibujos. Apoyó su rostro en la mesa con un suspiro aburrido, pero al levantar la mirada, se encontró con la figura de Steve. Decidió romper el silencio.
-Hey Harrington-lo llamó con un tono casual.
-¿Qué?-respondió Steve con cierta brusquedad, su actitud defensiva se notaba claramente.
Natalie se enderezó y arregló un mechón de su cabello.
-Cuando mencionaron a tu padre te pusiste como un fantasma-dijo Natalie con sarcasmo. Steve parecía un tanto nervioso ante el comentario, aunque intentaba disimularlo.
-¿Oh, ¿tienes problemas con tu papi?- preguntó Natalie burlonamente. Steve tragó saliva con dificultad y se dejó caer pesadamente en la silla.
-Es complicado...-murmuró, revelando un atisbo de vulnerabilidad.
La expresión de Natalie se suavizó al notar la genuina incomodidad de Steve. Simplemente asintió, reconociendo que quizás había más en él que solo arrogancia y superioridad. Podía ver más allá de esa fachada de chico engreído y comenzaba a percibir sus verdaderas preocupaciones y temores.
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Capítulo 7.
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