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Cuando él se marchó inocente o culpable, sembró en mí la mudez.
Me traicionaron mis palabras y se volvieron una tortura, mis victorias y fracasos comenzaron a pesar.

Cuando él se marchó, el grito que ahogué dentro me reventó la piel arrancándome hasta el cabello.
No pude llorarlo en la multitud, aguardé limosnas espontáneas que nunca llegaron. Su corazón era completo sin el mío, no tenía precisión de mí.

A él de tanto soñarlo lo llevo desvelado en el corazón y la vida me obliga a permanecer adormecida.
Él es una herida que predice lluvias, una cicatriz encendida, una aventura de fatal geografía. El escenario donde danzan mis mejores anhelos.

Retazos del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora