001

458 23 99
                                    

Buenos Aires, Argentina.

Estaba sentada en mi cafetería favorita junto con mi mejor amiga, nos reunimos ahí para terminar el proyecto del colegio.

-Esto de ser promo es agotador- suspiré y le di un sorbo a mi té.

-Mal, encima unos trabajos de mierda dan- dijo Lola -¿A quién le importa saber de mi vida?

El proyecto que nos pidió la profesora de psicología era en grupos, y claramente lo haríamos juntas, como todos los trabajos.

Trataba sobre poder presentar a la otra persona. Yo tengo que hablar sobre la vida de Lola y ella hablaría sobre la mía.

-Termino esto y vamos para mi casa.

-Tranqui, tenemos tiempo- dijo Lola mirando su celular, hoy entrábamos a las diez.

-Nunca mas dejamos algo para último momento.

Agarré mi cartera, pagamos y nos fuimos. Mi casa quedaba a pocas cuadras y podríamos terminar el proyecto rápido, nos quedaba tiempo de sobra como para llegar al colegio.

De camino a casa veníamos adelantando la exposición como podíamos, pero se nos complicaba un poco porque nos distraíamos en todas las calles.

-¿Y qué puedo decir de vos?- me quedé pensando -Ella es Lola y su cosa favorita son los chicos, le gustan todos y cree que fue el mejor invento que pudo haber existido.

-Ah, sos graciosa- me tiró una miradita poco simpática -Bueno, entonces yo podría decir que vos todavía no superas a cierto chico y no soltarlo te hace mal.

La odié. Me hizo sentir tan mal que inconscientemente toqué la pulsera que casi ocho años después seguía conservando.

-Te volaste, Lola- la miré muy mal -Yo no dije nada fuerte.

-Yo creo que vos sos muy exagerada. Tenés que olvidarte de eso, vos ahora estás en Argentina, no en España.

Ojalá estarlo.

Lola siguió hablando pero yo no la quise escuchar. Me dolía mucho que me dijera eso, aun que puede que tenía un poco de razón pero soy muy terca como para admitirlo.

-¿Terminaste?- le pregunté cuando me di cuenta que había parado de hablar.

-No, pero era obvio que no me estabas ni escuchando.

Me conocía super bien.

-Bueno, ¿podemos seguir?- intenté cambiar de tema.

-Esta bien, pero ya va a llegar el día en que hablemos bien sobre eso- me advirtió.

Llegamos a mi casa, gracias a Dios que no estaban mis papás, ambos trabajaban casi todo el día y yo podía estar sola la mayor parte del tiempo. No era algo que me molestara, en realidad todo lo contrario, me encantaba tener la casa sola para mi.

Nos sentamos en la mesa una frente a la otra, y en un papel empezamos a anotar cosas que podríamos decir.

-Posta esto me parece un trabajo pelotudo- dijo Lola frustrada mientras mordía la lapicera.

Hayami Hana | apolo riberaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora