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-¿Posta te vas a quedar acá con él? Yo no quiero irme con Santiago- dijo Lola -¿Qué van a hacer solos?

Después del largo día de limpieza, Luka y su amigo nos invitaron a Lola y a mi a un restaurante. La idea en un principio había sido de Luka, pensó que era la mejor opción para sacarme de casa y despejarme un poco después del episodio de Apolo y su collar, tema que él aun no conocía.

-Comerse la boca- respondió Santiago palmeando el hombro de su amigo.  

Ya habíamos terminado de comer hace rato, luego nos subimos al auto de Santiago y empezó a manejar por calles donde no conocía, o al menos yo no sabía de su existencia. No sabía a dónde nos estaba llevando pero según ellos era una sorpresa.

-¿Nunca vas a poder cerrar la boca, no?- dije con cara de asco.

Lo único copado que tiene Santiago es su auto, lo cuida como si fuera su hijo. Pero sacando eso no lo soporto, no entiendo como Luka puede ser amigo de alguien como él. Burlón, molesto, sin cerebro, gato. Lo típico. 

-No, y menos si me lo pedís vos- sonrió falsamente -Ahora no jodas y bajate del auto. 

Santiago manejó y en el camino se le ocurrió poner música. Mas que un viaje parecía un recital. Después de tener que aguantar a el peligro al volante durante un poco mas de una hora, por fin llegamos al tan esperado lugar. 

-¿Y si no quiero?- lo miré desafiante. 

Miré por la ventanilla del auto, y a pesar de que estaba bastante oscuro se podía notar que nos trajeron a una especie de playa, porque playa playa no era. No entendía qué hacíamos en ese lugar pero ambos chicos me insistían en que bajara del auto para quedarme a solas con Luka. 

-Bueno, si no queres no vas a poder mirar el mar...

Me estaba haciendo un gran favor sin darse cuenta, porque yo no pensaba bajar del auto para ver como Luka me pedía que fuese su novia. O al menos mi cabeza maquinaba que iba a suceder eso. Había ciertas actitudes extrañas en Luka últimamente que me hacían creer que gustaba de mi. 

-Dale, Angie. Tenes que despejarte un poco- dijo Luka. 

Él bajó primero del auto. Se dio toda la vuelta hasta quedar frente a la puerta de mi asiento. La abrió, extendió su mano hasta alcanzar la mía y suavemente hizo que yo bajara. Antes de cerrar la puerta e irme con Luka, Lola me dijo: 

-Pásenla lindo. 

No sonó muy convencida de sus palabras. Una vez que los dos estábamos fuera vi como el auto en donde aún estaban Santiago y Lola fue desapareciendo por la calle. Conociéndola, sabía que ella no tenía ni un poquitito de ganas de pasar el tiempo con Santiago, aun que sea ni una pequeña parte de la noche. 

-¿Vamos?- me preguntó con dulzura. 

No pude hablar y solamente asentí. Cerré los ojos mientras respiraba todo el aire de mar intentando calmarme. Luka iba unos pasos adelante mientras que yo contemplaba el brillo de las estrellas, la playa ancha e inmensa y nosotros. Puso una mantita sobre la arena y se recostó.

-Vení, sentate. 

Aún callada, hice lo que me pidió. Sentía tener las palabras atrapadas en la garganta, no podía decir nada por mas que quisiera, la situación me ponía un poco nerviosa. Me tuve que forzar a decir algo como para que no fuese tan incómodo. 

-¿Santi y Lola no vienen?

¿Qué pregunta era esa? Lógicamente ellos no iban a venir, pero fue lo primero que se me ocurrió. Cerca de acá está el centro, dijeron que iban a tomar un helado por ahí y que cuando les avisemos, volvían. 

Hayami Hana | apolo riberaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora