encrucijada

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6 a 11 de corbeut, año 5778

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6 a 11 de corbeut, año 5778.

Las heridas se abren y cierran al son de nuestro dolor. Si te quitas la costra, el dolor saldrá sin control.

Salí de la habitación sintiendo que gran parte del nudo que tenía en el pecho se había ido. Aún sentía que me temblaban las manos ligeramente cuando intentaba relajarme, la cabeza me daba vueltas y necesitaba urgente algo de soledad. Aire.

Logré no correr por un tiempo, hasta que estuve casi seguro de que no había nadie cerca,y me dirigí hacia el viejo laboratorio, pasando por el pequeño hueco hasta llegar a la siguiente planta, sentándome en el suelo. Cerré los ojos, respirando hondo y tratando de volver a sentir que estaba a salvo, en medio de un claro del bosque, sin nada ni nadie para hacerme daño. Si me concentraba, quizás podría detenerme y realmente considerar lo que estaba haciendo, en lugar de actuar como un idiota que definitivamente no entendía un cuerno.

Contemplé las vetas del techo. No había ningún dibujo allí, pero tomé un punto desde el cual podría... quizás ordenar las cosas. Era agradable la idea de que hubiera alguien más como yo en Jagne, una especie de sensación de que seríamos dos marginados, pero con cierta compañía. Por otro lado, saber que Morgaine había venido aquí porque había cometido un error suficientemente grave como para abandonar Eedu, me dejaba con la impresión de que respiraba hielo, más si consideraba que de alguna forma había dado conmigo. Lo que me llevaba a preguntarme si era desesperación o algo más retorcido que se me escapaba.

Al cabo de un rato, empecé a recordar las cicatrices, casi invisibles ahora, pero que de todas formas habían marcado su piel como una fina línea blanquecina. Si bien cuando la había visto por primera vez aquí las marcas estaban con un color más rojizo, le daban un aire diferente a la eduana de hacía un año. Pronto me encontré recordando cuando llegué a la isla, cuando me desperté en la celda y ella apareció... No era la mejor forma de recordar a alguien, como el anuncio de las cosas que iban a empeorar.

Una parte de mí estaba ligeramente satisfecha al ver que ella también había sido marcada, que había caído tan bajo como yo lo había hecho en su momento. E inmediatamente no podía evitar sentir que estaba haciendo lo mismo que entonces. La idea me hacía respirar hondo, contemplar la situación por un momento antes de ponerme de pie y empezar a repetir los movimientos que había hecho hacía un par de días. No era nada nuevo, una combinación de puños, patadas, golpes con el codo y agarres, pero la secuencia de alguna forma me permitía perder más y más la división entre mi cuerpo y el mundo.

Exhalé, concentrándome en el aire que empezaba a agitarse a mi alrededor, cómo empezaba a silbar a mi alrededor, enfriando mi piel con dedos helados. Di un golpe y me pareció sentir que la tierra quería seguirlo, que se agitaba cuando frenaba un ataque de un enemigo que no existía. En los desplazamientos tenía la impresión de que el arroyo me guiaba, yendo de un punto a otro, evitando o arrasando obstáculos. Y con todo eso, me sentía arder por dentro, como si mi aliento hacía que el aire empezara chispear ligeramente.

El Legado de EeduDonde viven las historias. Descúbrelo ahora