SIETE

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—Tranquilo, no te haré daño —habló Jimin con voz suave y sensual, pero con esa sonrisa ladina que prometía demasiado. Sentado como un buen jinete sobre el abdomen de un inmóvil Yoongi.

Acarició cada parte del cuerpo de Yoongi, sin dejar de verlo a los ojos, solo un toque ligero y superficial, haciéndolo retorcerse bajo su cuerpo, empujándose tanto como podía para obtener más.

Gatito desesperado... pronto estarás rogando.

Yoongi jamás se hubiera imaginado tal nivel de excitación. Era solo desconcertante y hubiera pecado de inocente, creyendo que Jimin había puesto algo en su bebida, si no lo hubiera visto servirla y tomar de la misma botella los dos. Era algo más que eso y Yoongi lo supo al ver a los ojos avellana de Jimin, era por mucho la persona —hombre o mujer— más hermosa que haya conocido y que exudara toda esa fuerza y confianza era algo así como la cereza del pastel. Lo hacía más excitante y deseable y no es que eso convirtiera a Yoongi en un hombre gay.

Jimin sacó su rosada lengua y se inclinó lentamente hacía el abdomen de Yoongi, trazando un camino húmedo sobre la pálida piel, erizando los casi inexistentes vellos y electrizando los sentidos de Yoongi intensamente cuando la punta áspera lamió su ombligo, haciéndolo sisear como un gato por la sensación y el calor que se expandió por el cuerpo de Yoongi en ese momento y terminó en un estallido de placer en la punta de su polla.

Jimin lamía animosamente su ombligo y paseaba su lengua por todo el abdomen de Yoongi, dejando rastros de saliva que, al enfriarse, pellizcaban más intensamente la sensible piel de Yoongi. Subió hasta uno de sus pezones y sonrió al verlos erectos.

—Tienes unos pezones realmente lindos, gatito ¿Puedo mimarlos? —preguntó sonriendo por la boba mirada de Yoongi debajo suyo.

Sin esperar una respuesta metió uno de los pezones a su boca y comenzó a chuparlo como si su vida dependiera de ello, saboreando y mordiendo un tanto fuerte. Cada nuevo movimiento, cada lamida, mordida, caricia o respiración de Jimin enviaban a Yoongi al límite del placer y el deseo, envolviéndolo en una bruma espesa que no lo dejaba ver más allá de los ojos y la dulce boca de Jimin.

Yoongi gruñía y movía sus manos, tratando de soltarse del amarre en sus muñecas. Había una tela roja firmemente atada y difícilmente podía moverse demasiado, pero se sentía desesperado por hundirse más en la boca caliente que jugaba con sus pezones.

—Jimin... Jimin suéltame, por favor.

—Te ves lindo cuando ruegas gatito, pero me estoy divirtiéndome mucho aquí, sabes delicioso y aun no termino, así que vas a quedarte quieto hasta que yo diga ¿De acuerdo?

Tan dispuesto, tan mío... mío para jugar.

Jimin parecía estar consultando, por la suave cadencia de su voz, pero algo en la inflexión de su firme tono, le decía a Yoongi que era más bien una orden y Yoongi no se vio tentado a desobedecer. Algo le decía que le iría mejor si cumplía las ordenes de este hombre que además de peligroso era jodidamente ardiente. Yoongi se quedó tan quieto como pudo y solo se dedicó a sentir la lengua de Jimin jugando con su piel y escuchar sus propios jadeos necesitados de más.

—Mírate gatito, tan mojado solo porque te chupe los pezones— Jimin acarició la punta de la polla de Yoongi con el pulgar y luego lamió la brillante gota recogida en su yema.

Yoongi gruñó en respuesta y Jimin se subió sobre él de nuevo, agarró la polla de Yoongi en sus manos y la masajeó unos minutos apretándolo de vez en cuando y haciendo gemir tan ronco a Yoongi, que Jimin sentía que sería él quien se correría.

Decidiendo tentar un poco más su cordura, Jimin se sentó sobre la gruesa longitud, alineándola perfectamente por la raja de sus nalgas y rosando su agujero palpitante, Jimin se restregó sobre la polla de Yoongi tan sensual y tan lentamente que Yoongi no pudo evitar volver a tirar de sus ataduras con fuerza, lastimándose en el proceso.

INTERESES |YM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora