DIEZ

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Cuando la puerta se abrió de pronto, Yoongi no sabía si sentirse aliviado o asustado. La chica rubia con la que se encerró estaba tratando de hacerle una mamada, pero aun cuando no estaba totalmente duro porque no se sentía bien la boca de ella sobre él, ella tampoco estaba haciendo su mejor esfuerzo para llevarse toda su polla hasta la garganta. Ella no tenía la boca de Jimin y era incomodo que mientras tenía a una mujer desnuda de rodillas frente a él, no pudiera dejar de pensar en un jodido hombre, uno que sin una segunda respiración habría podido tragarse toda su polla hasta la raíz y succionar con fuerza en sus gordos y húmedos labios mientras lo miraba a la cara y movía la cabeza sin un atisbo de atragantamiento.

Ahhhg.

Yoongi realmente debía estar dañado para estar pensando en eso justo en ese momento y que su polla saltara como ya normalmente lo hacía ante el pensamiento de Park Jimin, pero al menos eso lo mantenía medio erecto y evitaba que se humillara ante la chica, aunque, a ¿quién engañaba? No le estaba gustando absolutamente nada lo que la rubia le estaba haciendo. Su olor era ofensivo, sus curvas eran raras y sus ojos marrones no eran del color que Yoongi se había acostumbrado a ver cuando estaba por correrse. Había intentado tomar a la chica por los pelos amarillentos y esta se había quejado de que lo hizo muy fuerte, Jimin le habría ordenado tirar más duro y habría abierto más la boca alrededor de su polla.

Como preámbulo a todo eso, Yoongi había desnudado rápidamente a la chica y mamado sus tetas para recordar la sensación en su boca, pero eran muy grandes y aguadas. Chupó en su cuello, pero el aroma de vainilla lo empalagó rápidamente y la chica se quejó de que solo los animales mordían. Jimin le habría dicho que no estaba mordiendo lo suficientemente fuerte, pero cuando Yoongi se hartó de estar pensando y comparando a una mujer con un hombre mientras la tenía abierta de piernas para él bajó hasta su coño y trató de comerlo con ansia. La jodida mujer dijo que no le gustaba.

De nuevo, Jimin habría mandoneado porque hundiera la lengua más profunda y más enérgicamente en su agujero.

Cuando cambiaron las posiciones y la mujer estaba de rodillas frente a él, creyendo que su polla palpitaba por ella y el trabajo que estaba haciendo en apenas un tercio de su extensión sin poder meterse más en la boca, el estallido de un disparo y la puerta abriéndose de una patada hizo caer de golpe el pobre intento de erección de Yoongi y cuando vio a Jimin de pie bajo el marco se alegró, por un breve momento, de que el hombre que había estado en su cabeza todo el rato, se materializara para salvarlo de la mala experiencia que estaba teniendo, pero cuando vio el arma en su mano y su expresión enfurecida se dio cuenta de que al parecer no había llegado a salvarlo, sino a convertirse en un verdadero problema.

Jimin tomó a la rubia por el pelo y tiró de ella hacia atrás, con los ojos ardiendo en ira y la mano derecha fuertemente apretada alrededor de su arma.

—¡Vístete! —ordenó Jimin sin dejar de ver a la rubia.

—Y-yo no te conozco.

—A ti no, estúpida. ¡Vístete! — repitió y apuntó su arma hacia la ropa amontonada en el piso.

Yoongi saltó sobre sus pies y recogió sus prendas sin objetar.

Así me gusta gatito. Sumiso y obediente.

—Tienes veinte segundos para recoger tu mierda y largarte —le dijo ahora a la mujer.

—Estás demente ¿Quién carajos eres tú?

—El tipo que te va a abrir un hueco en la sien si no te apuras y te largas. Tienes diez segundos... Diez, nueve...

—Jimin...

—Tú te quedas callado —le espetó a Yoongi ahora —. Te has portado muy mal y a mí no me gustan los gatitos que se portan mal, así que tendrás un castigo.

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