Capítulo 8: Secretos

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Mykonos - Grecia

Esa misma noche

Xavier se encaminaba hacia su casa con el brillo de la luna y las estrellas como su única compañía, iluminando las calles vacías de la isla griega. Cuándo su teléfono vibró inesperadamente avisando que tenía un mensaje entrante, al revisarlo, una extraña sensación de inquietud se apoderó de él al leer las palabras.


Número desconocido

"Pareces muy felíz, pero pagarás por lo que sucedió, recuerda... que yo sé tu secreto, Xavier".

Entregado, 23:00 pm


El corazón de Xavier comenzó a latir con fuerza ante el mensaje del número desconocido, su mente llenándose de preguntas y temores.

«¿De qué secreto habla está persona?» ¿Y qué significa esta amenaza? » Pensó.

Con manos temblorosas, intentó llamar al número del remitente, pero el teléfono sonaba sin respuesta alguna. La frustración y la paranoia no tardaron en aparecer, apoderándose de él a la vez que este miraba a su alrededor, buscando señales de quién podría estar detrás de este extraño mensaje.

Pero él parecía ser el único caminando por aquellas calles iluminadas por la luz de la luna. Siguió observando con cierta paranoia a su alrededor cuando, a lo lejos en medio de la noche, le pareció visualizar una figura sombría que se movía furtivamente entre los árboles, observando silenciosamente desde la distancia. En ese instante, una sensación de peligro invadió a Xavier y sus ojos escudriñaban la oscuridad sin poder identificar al intruso. Se acercó lentamente, pero aquella figura desconocida se desvaneció junto con el anochecer.

La sensación de inquietud parecía no desaparecer; aún así Xavier continuó con su camino a casa, determinado a investigar el origen de aquellos mensajes...


23:20 pm

Mientras tanto, en la comodidad de su nuevo hogar, Alexia decidió sumergirse en la escritura de su libro. Junto a una cálida taza de café, la cuál era su compañía ideal cada vez que escribía. Se sentó en la cómoda silla color beige frente al escritorio de madera, dejando su taza color marrón sobre esté. Abrió el pequeño cajón con intensión de tomar su libreta de ideas y por accidente una pequeña caja de color azul con destellos dorados se cayó de este, abriéndose.

«No recuerdo haber puesto esto aquí», pensó la joven.

Tomó la pequeña caja e indagó dentro de ésta; allí estaba un diario antiguo que parecía casi olvidado por años con el nombre de "Elena" en su tapa en elegantes letras doradas.

«Seguramente los dueños anteriores lo dejaron olvidado aquí», pensó.

Así que lo volvió a guardar aún con cierta incertidumbre y le dio un sorbo a su café, saboreando su sabor que la invadía, generándole placer a sus papilas gustativas. Se encomendó a seguir con su escritura; con cada palabra su creatividad e inspiración fluían como el agua del mar mediterráneo. A medida que la noche avanzaba anunciando la madrugada, la joven decidió retirarse a descansar; sin embargo, algo extraño sucedió. Al caer en los brazos de Morfeo se encontró visualizándose a sí misma en una especie de sueño lúcido.

El sitio dónde se encontraba se trataba de la misma casa, pero se sentía diferente. La atmósfera era pesada y podía sentir la presencia de alguien más en la habitación. En el sueño, la joven escribía en el mismo pequeño cuaderno de color azul y letras doradas que se había encontrado por accidente en su escritorio. Pero de un momento a otro las páginas blancas y con una elegante caligrafía se volvieron borrosas y desgarradas, cómo si alguien las hubiera arrancado en un arrebato de furia.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Alexia. Al sentir una voz llamándola, su mirada se desvió rápidamente hacia la puerta de la habitación y sus ojos se encontraron con una figura oscura que se acercaba cada vez más a ella. Su rostro era borroso y su semblante sombrío emanaba un aura de malestar y temor.

—No debiste haber vuelto —mencionó; su voz era ronca y lúgubre—. Tu presencia aquí despierta viejos secretos, que deberían permanecer enterrados —agregó la figura, en un tono gélido y amenazante.

Las palabras resonaban en la mente de Alexia; la luz siniestra que emanaba de aquella presencia era sin duda inquietante. Y cada vez se acercaba más y más; con cada paso que daba, lograba envolver a la joven en una sensación de opresión y angustia.

—Ten cuidado con lo que buscas, Linda—hizo una breve pausa—. Hay verdades que es mejor dejar en las sombras —finalizó, desvaneciéndose en el aire.

Alexia despertó agitada de su sueño, horrorizada y con su corazón inquieto. Las palabras de esa misteriosa silueta siniestra la habían llenado de un profundo sentido de inquietud y malestar. Y por más que intentaba borrar lo sucedido de su mente, ésta la traicionaba, encontrándose atrapada en un torbellino de emociones perturbadoras.

Aquella presencia parecía conocer secretos oscuros que Alexia ni siquiera sabía que existían, y la advertencia resonó en su mente incluso estando despierta. Se levantó de la cama, corriendo hacia el escritorio y buscando con desesperación el viejo libro de color azul, tomándolo en sus manos en cuánto lo encontró con una expresión de quién había encontrado un tesoro oculto.

«Debo descubrir que fue lo que te pasó y quién era tu dueña» pensó la joven, viendo con curiosidad el libro olvidado.

Pues el sueño había sido tan vivido, que la dejó con la sensación de que debía descubrir quién era Elena, y cuál era la conexión que ella tenía con su pasado.

Entre las ruinas del pasado (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora