Capítulo 12: Celos y misterios

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Alexia

La noche caía sobre Mykonos, pintando el cielo de estrellas brillantes. Yo me encontraba en el restaurante de la señora Atenea, absorta en el pequeño diario que había encontrado en mi habitación. Cada página revelaba más detalles sobre la vida de Elena, una mujer misteriosa cuya historia parecía estar entrelazada con los secretos de la isla. De pronto, una voz me sacó de mi estado de concentración.

—Perdón por interrumpir, querida. ¿Qué es lo que estás leyendo con tanto interés? —preguntó la señora Atenea, provocando que levantara mi vista hacia ella. Su expresión cambió ligeramente al ver el diario en mis manos—. ¿De donde sacaste eso? —volvió a preguntar.

—Es un antiguo diario que encontré; parece pertenecer a una mujer llamada Elena —hice una breve pausa, recordando aquel inquietante sueño—. Estoy intrigada por su historia y quiero descubrir más sobre ella.

—Elena... ella fue mi amiga desde que éramos niñas —dejó escapar un suspiro, y su rostro palideció ligeramente antes de hablar—. Pero un día, simplemente desapareció sin dejar rastro. Nunca supe qué le sucedió ni adónde fue.

—Lo siento mucho, señora Atenea—buscaba la forma de preguntarle sobre la extraña figura que estaba en mi sueño—. Debió haber sido difícil no tener respuestas. ¿Usted sabe si ella tenía algún tipo de relación amorosa antes de su desaparición? Quisiera ayudar a saber que fue lo que pasó con ella.

Un silencio se formó entre nosotras, y la expresión de preocupación volvió a su rostro.—Fue hace mucho tiempo, ya no lo recuerdo —se levantó de la mesa con prisa—. Lo siento, Alexia, pero debo seguir con mi trabajo. Nos vemos luego—dijo con una sonrisa forzada en su rostro, como evadiendo el tema.

Desapareció antes de que yo dijera nada, actitud que sin duda alguna me hizo sospechar. ¿Qué era lo que sabía la señora Atenea, y por qué no quería hablar de quien se supone fue su amiga? Pero decidí dejar el tema por el momento. Quizás sólo estaba desvariando; quizás sólo no quería hablarlo porque le causaba tristeza y yo debía respetar ese silencio. De todas formas, estaba determinada a saber qué le pasó a Elena, por qué aparecio su diario en mi sueño y la extraña figura aterradora.

Mire mi reloj y me maldije a mi misma; llegaría tarde a la fiesta de celebración en la cafetería de Xavier. Así que me apresuré, tomé mi bolso y salí del restaurante dirigiéndome a mi casa. Al llegar tiré el bolso en el sillón de la sala y corrí con prisa a mi habitación; no tenía la más mínima idea de que me pondría. Pero, ¿por qué me interesaba tanto mi aspecto? Siempre me ponía lo primero que encontraba para ser honesta. ¿Qué había cambiado? ¿Me preocupa lo que Xavier piense de mí? Sacudí la cabeza, alejando esas preguntas y sintiendo el cálido rubor formarse en mis mejillas.

Me encontraba en la difícil búsqueda del "outfit perfecto", como lo llamaría Lux, mi mejor amiga. Seguramente ella sí sabría que debería ponerme para la fiesta de está noche. El golpe en la puerta me sacó de mi frustración, y al abrirla me encontré con Dafne, la mujer que había conocido en la cafetería; de cabello oscuro y ojos avellanos que parecían atravesar mi alma. La sorpresa de verla allí se mezcló con una ligera incomodidad.

—Hola, Alexia, ¿puedo pasar?—preguntó con una sonrisa que no me era del todo verdadera.

Yo sólo asentí, haciéndome a un lado para que entrara. Me sentía confundida de verla en mi casa. Además, ¿cómo supo dónde vivo? La evaluaba con la mirada, intentando descubrir sus intenciones, mientras ella veía mi casa con una expresión de disgusto.

—Siento mucho cómo nos conocimos la otra vez —empezó a hablar—. Espero que podamos dejar eso atrás y ser amigas.

Algo en su actitud me hacía sentir que había más detrás de esa falsa sonrisa. Aún así, acepte su disculpa con cortesía. —Todo está olvidado —le ofrecí una leve sonrisa—. Discúlpame si no te ofrezco nada, es que tengo algo de prisa ahora.

Ella asintió, caminando hacia el sofá y sentándose en él cómodamente. Me pregunté si no había sido lo suficientemente clara cuando mencioné que tenía prisa. —Descuida, puedo esperarte y salimos juntas. Supongo que iras a la fiesta de está noche, ¿verdad?—soltó Dafne—. ¿No hay problema si tomo un café mientras te espero? —preguntó, con cierto tono soberbio en su voz.

—Así es —hice una pausa—. Claro, creo que hay algo de café en la cocina —dije antes de dirigirme hacia allí. Mientras preparaba el café, Dafne continuó hablando, mencionando su cercanía con Xavier de una manera que no pasó desapercibida para mí.

—Sí, hace años que conozco a Xavier, somos muy cercanos —mencionó desde la sala, enfatizando la palabra "cercanos" como si quisiera marcar algún tipo de territorio frente a mí.

Yo sólo rodeé los ojos ante su comentario y seguí en lo mío. Su intento de impregnar el aire con una atmósfera de posesión sobre Xavier era demasiado obvio. Aunque me mantuve tranquila y cordial en la superficie, por dentro me preguntaba cuál era la verdadera razón detrás de sus palabras y acciones. ¿Realmente quería ser mi amiga o había algo más en juego?

—Eso es genial, Xavier es una persona increíble —respondí con neutralidad, manteniendo mi compostura mientras seguía preparando el café.


Dafne

Cada palabra que salía de la boca de Alexia parecía un puñal clavándose en mi pecho. Desde que llegó a la Isla, todo ha cambiado. Antes, era yo la que ocupaba un lugar especial en la vida de Xavier, pero ahora ella está ahí, sonriendo como si fuera lo más natural del mundo recibir mensajes de él.

Cuando el teléfono de Alexia sonó una vez más, una mezcla de ira y frustración se apoderó de mí. ¿Qué más podría querer decirle Xavier en esos mensajes? ¿Acaso había algo más entre ellos que solo una fiesta de celebración? La idea no dejaba de rondar en mi mente. Alexia se había alejado un momento hacia su habitación para empezar a prepararse para la fiesta, cuando tocaron a la puerta.

—¡Podrías abrir! —gritó Alexia desde su habitación.

—¡Claro! —respondí, levantándome para abrir la puerta.

Mi mente seguía maquinando, tratando de encontrar una forma de recuperar la atención de Xavier. Fue entonces cuando, al abrir la puerta, me encontré con el cartero sosteniendo esa enorme caja azul cielo, y mi corazón se hundió. ¿Qué podía ser? ¿ y si se trataba de un regalo de Xavier para ella? Mis pensamientos se volvieron oscuros de inmediato al ver la nota que acompañaba al regalo, y mi enojo creció aún más.


"Estoy seguro de que te verás hermosa con él, aunque siempre te ves hermosa".


¿Cómo podía ser tan descarado? ¿Cómo podía enviarle un regalo con una nota tan personal a una mujer que apenas conocía? En ese momento, llegó Alexia a la sala y me vio con sorpresa.

—¿Podría firmar aquí, señorita? —preguntó el cartero.

Ella asintió y, en cuanto él se fue, volteó su mirada hacia mí, viendo aquella caja azul cielo con un brillo de emoción en sus ojos, mientras que los míos ardían de furia. Alexia se ruborizó al leer la nota, y mi desdicha se multiplicó. Sentí la necesidad de confrontarla, de decirle que Xavier era mío, que no permitiría que se interpusiera entre nosotros. Pero en lugar de eso, me limité a mencionar la fiesta de esta noche, tratando de aparentar indiferencia mientras veía cómo ella admiraba el vestido con fascinación.

¿Y cómo no hacerlo? Era un vestido precioso, de color azul marino, que hubiera deseado que fuera para mí. Sentí la repentina necesidad de irme de su casa; o explotaría ahí mismo, dejándome en evidencia, cosa que no estaba en mis planes. Debía acercarme a ella, ser su amiga, saber a lo que me estaba enfrentando. Así que inventé una excusa, diciendo que me necesitaban para resolver un problema sobre la organización de la fiesta. Cuando salí de su casa, mi determinación se había fortalecido. No permitiría que Alexia se quedara con lo que era mío, con el lugar que yo había ocupado en la vida de Xavier durante tanto tiempo. Esta noche, en la fiesta, haré lo que sea necesario para recordarle a Xavier que yo soy la que realmente debería estar a su lado, no ella.



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⏰ Última actualización: Sep 11 ⏰

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