ALEX.
Mi corazón latia como loco, como es posible que se acelerará tanto por alguien a quien ni conoce, es imposible.
Mi auto quedo estacionado en la calle de mi casa y tocó escabullirse entre los arbustos para poder subir de nuevo a mi habitación sin que Mia, Papá o Letty despertaran. Llegue a mi ventana y tome la cuerda que había lanzado antes de irme, empecé a subir y cuando ya estube sobre el pórtico solo pase mis piernas a través de mi ventana ya abierta. Corrí a la puerta al oír pasos y la cerré rápidamente.
Mi espalda quedo sobre la puerta y con la mirada perdida suspiré con una sonrisa boba en mis labios aún recordando cada momento de la noche.
Ay Austín, tonto chico de cabello rubio, ¿que hiciste conmigo?
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-¡¿Y NO LO BESASTE?!-sin duda los gritos de mi peliazul amigo me hicieron doler los oídos, bruto.
-shhh-dije tapando su boca con mi mano-¿no quieres gritarlo al mundo ahora también?
-lo lamento, alex-se disculpó y luego sentí un golpe en mi nuca-solo quiero saber que pasó por tu hueca cabeza cuando lo tuviste-me jaló de mi camisa acercando nuestros cuerpos tal y como Austin y yo estabamos ayer-¡A ESTA DISTANCIA!
-¿te has tomado tus calmantes? -lo mire relajada
-¡NO!, solo he comido un paquete de Reese's en todo el día y una bebida energética-dijo Adam alterado,suele ser muy histérico aveces.
-Adam solo calmate y deja que te explique, ¿si? -el asintió y yo sonreí-no lo bese por el simple hecho de que casi no lo conosco, no se casi nada de él, pero....
-jaja-se burló-te norias de ganas de partirle la boca, ¿no?
Mis mejillas se ruborizaron y mis ojos se abrieron por la sorpresa, que directo que eres amigo mío.