24 - 'Mamá, tengo frío'

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Mi mamá me abraza por detrás. Ruedo los ojos, la dejo. Envuelvo mis brazos en los suyos. Ambas miramos hacia la puerta. El ventanal: en nuestros pies. El aire, en la pared, arriba, detrás de nuestras espaldas. Ambas miramos al frente. Bueno, ambas no, yo. Ella duerme.
Me pregunto qué sería de mí. Trato de imaginar cuánto la conozco. Cómo reaccionaría. Descubro que no la conozco mucho, al menos creo que no.

Me preguntaré cómo sería si se me apagara la tele. Cierro los ojos y me lo pregunto. Al parecer, actuarlo no puedo. Si se me apagara la tele, no podría preguntarme nada. Sigo con los ojos cerrados, ella respira, aún no volvió a roncar.

     De ahí en más, la vida sigue.
Muerte súbita.

Las horas pasan, el aire está prendido en 24. Como la casa es chica, ya hace frío. Mi cuerpo ya no lo combate. Me enfrío. En algún momento dejó de abrazarme. Se habrá movido dormida, seguro.
Las horas pasan, ella despierta. Sigo fría, no se da cuenta. Tiene que trabajar, es temprano, pero apaga el aire. La casa está muy fría. Está todo cerrado. Agarra sus cosas y se va.
Se irá a alguno de sus laburos. En algún momento saldrá y empezará a llamarme. No voy a contestar. Una, dos, tres, tiene la costumbre de llamarme mil veces aunque ella sabe que solo se va a seguir enojando. No le contesté ninguna. Está muy enojada. No sé si hará otras cosas. Y si lo hará, ya las hizo. En algún momento vuelve a casa. Estoy fría.

Ve la ventana cerrada. Abre la puerta, está todo igual. Deja sus cosas, ve mi llave, cuelga la suya. Supongo que acomodará algo, siempre hace cosas cuando llega, nunca entiendo por qué. Podría buscarme y después hacerlas. Saludar. Llamarme. Pero no.
Siempre hace algo primero.

O tal vez solo son esos los recuerdos que tengo de las veces que ella viene. Tal vez la indignación los hace perdurar. No recuerdo haberme indignado nunca, tal vez nunca me lo pregunté en el momento. No podría indignarme ahora aunque quisiera. Supongo que solo me doy una respuesta.
Ella me llama, habrá terminado de hacer lo que sea que hizo. No contesto, pero están mis llaves. Sube las escaleras, la puerta de la terraza sigue cerrada, hay olor a encierro. Siempre lo dice, a veces creo que por costumbre, que lo imagina, también por costumbre. Se enoja, obviamente, seguro dice un Dios mío y procede a subir y cerrarla.
Siempre hace algo primero.

Baja, al final del pasillo, la puerta de su pieza abierta, como siempre, pero eso no importa. El ventanal está cerrado. La casa está calentita, ella apagó el aire antes de irse. Yo sigo fría.
Refunfuña, tira un Nt con la boca, también un Esta pendeja de mierda. Sutil diría yo.
Va hasta su pieza, ve la mía, igual que siempre. Pasa por la de mi hermano, ni la mira. El pasillo se me está haciendo eterno. Me encuentra por fin, en la cama, en la misma posición que cuando se fue, inmóvil.
Abrazando los brazos imaginarios de ella. Inmóvil.
De cuando sus brazos me abrazaban y yo los abracé, desde ahí. Mira el ventanal, pensará Siempre lo mismo, o al menos se sentirá como si lo pensara. Irá a abrirlo para que se ventile.
Siempre hace algo primero.

De ahí, no sé. Me despertará, creo. Podría dejarme, enojada, que siga durmiendo, que haga lo que quiera, que está podrida, entre otras razones. Seguiré fría y con el cuerpo inmóvil.

No lo nota.
No lo notó.

Me despertará, en algún momento.
Me mueve, no pasa nada.
Me llama, me mueve, no pasa nada.
Agarra mejor mi brazo, un poco más abajo del hombro, antes del codo, siente, me llama, me mueve, no pasa nada. Mi cuerpo está inmóvil, estoy fría.

Lo nota.
Lo notó.

     De ahí en más, la vida sigue.
La mía ya no. Tal vez la de ella, desde ahora, a medias.
Pobre.

Al final, creo que sí la conozco, al menos un poco.
Aún estoy fría.
Aún así sigo.

Aún así sigo

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Vivir con melancolías - Poemario + Cuentos #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora