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Las dos empezaron a correr en cuanto llegaron al parque.

—¿Qué tocaba hoy? ¿Dos kilómetros?—bromeó River.

Noah rió.

—Quince.

Así que estuvieron casi dos horas dando vueltas y vueltas a la pista, hasta hacer los quince kilómetros.

—¿Qué tal?—le preguntó Noah al acabar.

—Pues bien... pero haría un poco más.

Noah, que estaba bebiendo sentada en un banco, casi se atraganta de risa.

—¿No te ha llegado?

—¿Vamos a por los veinte?

—Va.

Al final, para cuando terminaron, ya eran las seis y cuarto de la mañana.

Noah se fue a su casa en su coche, porque ella vivía algo lejos, y River se fue trotando distraídamente hacia la suya.

Cuando llegó a su edificio, dejó de correr y cortó el entrenamiento que estaba grabando con el reloj. Había hecho 21 kilómetros en total, contando con la vuelta a su casa.

Cuando estaba sacando las llaves del pequeño bolsillo de sus mallas negras, alguien tocó su hombro. Del susto, las llaves se cayeron junto a los pies de un chico.

El Maratón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora