Cierto confort

989 142 73
                                    

Todos sabían que el final se acercaría en cualquier momento, pero nadie esperaba que lo hiciera tan pronto.

La filmación había llegado a su fín, el último día se instaló entre ellos.

Fran estaba en la cama de Esteban; habían pasado meses juntos, pero dudaba hacerlo una vez que volvieran a casa, Esteban había sido claro al respecto, "lo que pasa acá queda acá" y él había estado de acuerdo, ese era su trato.

La noche anterior había sido agitada, se habían dado la despedida digna de la semi-relación que habían tenido en la nieve, el adiós tuvo que ser acorde.

Ahora, durante la mañana, justo después  de la fiesta de finalización de la grabación, miraba a Esteban guardando sus cosas.
Él ya había hecho eso, solo tenía que vestirse y listo, se alejaría de toda la experiencia.

Esteban lo miró y sonrió.
Dejó el bolso a un lado y se sentó en la cama, acariciandole el pelo.

-que rápido todo ¿no?

-muy rápido-dijo sintiendo cierta angustia; creía estar enamorado,pero tenía la seguridad no decirlo jamás

-podríamos...todavía tenemos tiempo...

Fran pestañeo un par de veces, abanicando sus pestañas preciosas y largas, mientras suspiraba.
Levantó sus brazos para abrazar a Esteban, quien le corrió las mantas y se acomodó entre sus piernas, no sin antes besarlo en los labios un largo rato.

Fran estaba desnudo, la noche anterior se habia puesto un pijama pero Esteban se lo había quitado para hacer lo que estaban a punto de volver a hacer, así que fue fácil para el mayor bajar su mano para encontrarse con su pene, quién acababa de despertar muy notoriamente.

Empezó a acariciarlo lento pero firme, mientras las lenguas de ambos jugaban entre si.
Podia sentir los suaves jadeos adentro de su boca, jadeos que fueron pequeños gemidos cuando el dedo pulgar empezó a dibujar circulos sobre la punta estimulada.

Cuando la dureza de Francisco fue casi tortuosa, Esteban dejo de besarlo y bajó su rostro, metiendola casi completa adentro de su boca, saboreando esa piel joven y palpando el gusto tenuemente salado del preseminal.

Las manos de Fran jugaban con su cabello a medida que la cabeza de Esteban subia y bajaba, metiendose la masculinidad ajena casi hasta la garganta, para luego alejarla, pasándola por su lengua húmeda.

Cuándo Fran comenzó a acabar, Esteban tragó todo el semen sin quejarse, al principio no le gustaba tanto, pero con la práctica, que era realmente mucha, habia aprendido a amar ese sabor.

-muy bien, buen chico- dijo, tomando a Fran de los tobillos para dejarlo tendido sobre la cama- ahora te voy a hacer algo lindo- agregó, mientras mojaba sus dedos con saliva para después preparar la entrada, que se mostraba ansiosa, recibiendo esos dedos, mientras él abría sus piernas.

Los dedos de Esteban se resbalaban, entraban y salian torpemente en Fran, quién se movía acompañandolos

-metemela, ya estoy listo- suplicó agitado

-desesperado estás- respondió él sonriendo, pero obedeciendo a la vez.

Quitó sus dedos de adentro, bajó un poco su pantalón tomando su propia erección con una mano, la posicionó en la entrada ya dilatada, y la dejo deslizar despacio, sintiendo esa tibieza, esa zona calida, esa carne tan deseada que lo recibía abriéndose para luego abrazarlo

-cogerte es el paraíso- murmuró, mientras lo tomaba de los muslos y empezaba a embestirlo lento, para luego aumentar el ritmo.

●●●

-mi....mierda, más, más, más adentro- gritó Fran, envuelto en un éxtasis total, los dedos de sus pies se doblaban mientras sus muslos eran apretados con fuerza por Esteban, quién no dejaba de embestirlo, una y otra vez

-¿me queres muy adentro?- le preguntó, mientras sentia su propio sudor deslizarse por la piel

-muy, muy adentro, te quiero tener ahi, quiero que no salgas nunca

Esteban sonrio ante esa incoherencia, Fran era capaz de decir esas cosas cuando más ido estaba.

Los ojos de Francisco estaban en otro lugar, su cuerpo era pura recepción, todo parecia vibrar, el placer se lo habia llevado de paseo y Esteban alzó su cuerpo impulsandose con los brazos apoyados en el colchón para poder verlo mejor, amaba ver sus ojos en blanco, sus dientes perfectos clavándose en su labio inferior, sus manos apretando desesperadas cualquier superficie que encontraban; y entonces empujó su cadera con mucha más fuerza que antes y se desplomó sobre él, colocando ambas manos sobre la cabeza contraria, quedándose totalmente quieto

-me tenes todo adentro- le susurró al oido

-por dios, si...dios

-¿estoy tocando el punto?¿es justo ahi?

-justo...justo ahi, movete muy lento, y no salgas

Esteban lo hizo, se movió lento procurando que su pene quede apoyado constantemente en el punto, estimulándolo despacio.

-es...es...mm- Fran casi tenia la boca llena de sangre de tanto morderse los labios, Esteban tuvo que besarlo un poco para que dejara de hacerlo, mientras se movia despacio

-sos una maravilla, sos...te amo...-le dijo como un acto inconsciente

-te amo...mierda, te amo, amo como me coges

-¿te estoy cogiendo bien?

-muy bien

-voy a moverme un poco más

-bien

El pene de Esteban comenzó a golpear el punto frágil de Fran repetidas veces, mientras esté enganchaba las piernas en la cadera contraria.
A medida que sentia el orgasmo aproximarse, empezó a moverse más rapido, dandole embestidas más duras, sin salir de su cuerpo.

Francisco gritó desesperado cuando sintió el semen calido abriendose lugar adentro suyo, llenandolo.
Él, por su parte, volvió a acabar, manchando el vientre de ambos, cosa que creyó que a Esteban iba a molestarle pues tenia una remera, pero no fue así.

Quedaron tendidos, uno al lado del otro, recuperandose lento, dejando pasar el tiempo, perdiendolo.

●●●

Ya en el aeropuerto cada uno siguió su camino, todavía no eran famosos, pero lo serían, muy pronto.

Esteban volteó a verlo cuándo ya tenía su equipaje en mano.
no estaba seguro de que hacer, pero no lo pensó mucho, se acercó y le dio un abrazo profundo, sabía que volverían a verse muchas veces más.

Se despidieron y Esteban comenzó a irse.
Fue entonces cuando Francisco llevó la mano a su bolsillo y tocó con la punta de sus dedos el guante.

-Esteban...-dijo, pero él no lo escuchó. Pensó en alzar la voz o seguirlo para devolverselo, pero decidió callarse, tener el guante encima suyo le generaba cierto confort.

Le aseguraba un próximo encuentro.

Yo tengo dos y vos ninguno: 𝐞𝐬𝐭𝐞𝐛𝐚𝐧 𝐱 𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora