Capítulo 18: Fluke. Se acabó la tregua, empieza la revolución.

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Hace un frío atroz esta mañana, es como si de alguna manera el cielo supiera lo que va a ocurrir sobre esta tierra.

Gulf está agazapado detrás de los árboles más cercanos al camino. Off, por su parte vigila desde las alturas la llegada del vehículo que transporta a los omegas. Varios alfas de Pannotia esperan la señal de Kao para atacar. Y después estoy yo, armado con mi arco y mi determinación de acabar con todos aquellos que se interpongan en mi camino.

Entonces, escucho los cascos de los caballos acercándose hacia nosotros. Casi no se ve en la penumbra del amanecer, pero estoy casi seguro que el carromato que se acerca blande la insignia de Nesos. Miro a Gulf dándole luz verde y él asiente con la cabeza, junta sus labios y silba largo y tendido. Es la señal que le indica a los demás que es hora de atacar.

Kao, junto con los alfas de Pannotia saltan sobre el conductor del carromato y lo derriban, también neutralizan a los dos guardias que van en el pescante. Dos de los soldados de Kao toman las riendas y desaparecen con su carga rumbo a palacio. Todo ha sido muy rápido, pero aún no ha acabado. Al primer carromato le siguen dos más, y tras ellos al menos una decena de soldados armados. Off dispara varias flechas y mata al conductor del siguiente vehículo, Gulf no se queda atrás, salta sobre los guardias y de una puñalada certera acaba con ellos.

Subo al pino más próximo y elijo mis objetivos. Kao corre hacia el último carromato, seguido de cerca por Gulf. Yo me encargo de apartar a los enemigos de su camino. Cargo mi arco, respiro profundo y disparo. No pienso en las vidas que estoy quitando, solo pienso en que esto me deja un poco más cerca de mi hermano. Kao se hace finalmente con el carromato de cola y Gulf se sube al pescante para llevarlo a casa. Estoy a punto de unirme a ellos cuando un pequeño resplandor llama mi atención, es una flecha. Un alfa de Nesos está cargando su arco y apuntando hacia mi amigo. Entonces, no lo pienso, cargo mi arma y atravieso el corazón del alfa que cae a plomo sobre el suelo. Kao mira en mi dirección y veo en sus ojos el orgullo y la tristeza profunda que guarda en su interior.

******

Los tres carromatos llegan al patio central del Palacio Real de Pannotia. Mi nerviosismo hace que casi no pueda respirar bien. Rezo para que en un uno de ellos esté mi hermano, y que pueda por fin abrazarlo con fuerza.

Kao y Gulf están sacando a los omegas y los organizan para que puedan ser atendidos por los médicos y enfermeras del reino. Los omegas están desnutridos, asustados y muy cansados, a algunos incluso les cuesta andar, pero poco a poco los reubican en la enfermería.

Ciento treinta omegas en total, pero ninguno de ellos es Earth. Cuando la última alma torturada sale del carromato, yo me derrumbo en el suelo de tierra del patio.

He hecho lo imposible, he corrido, mentido y matado, pero no he podido mantener la promesa que le hice a mi pobre hermano. Lloro sin parar, las lágrimas no me dejan ver bien, mi corazón está roto en mil pedazos y sé que nunca lo recuperaré.

—No llores, nos has salvado, gracias— oigo que me dice un pequeño omega.

Sus enormes ojos castaños reflejan un terror profundo, una herida que siempre vivirá en él. Ni siquiera puedo imaginar las cosas que ha tenido que pasar, los tormentos a los que ha sobrevivido, pero puedo ver que aún hay esperanza.

—Lloro por mi hermano, esperaba encontrarlo aquí— le explico levantándome del suelo.

—Hay muchos omegas más en la fosa— me dice.

—¿La fosa?

—Sí, ahí nos llevaban.

—¿Sabes dónde está esa fosa?

—No lo sé, soy de Isla Sur y no conozco el continente, pero sí sé que es el infierno en la tierra. Un omega que conocí me lo contó, en ese lugar somos menos que perros. Usan a los omegas y los desechan después.

—¿Qué omega? ¿Está aquí? —le pregunto casi histérico.

—No, murió por el camino y los guardias lo dejaron en el bosque.

—Gracias por la información, ahora ve con el médico y deja que te cuidemos, ya estás a salvo.

El pequeño omega me mira con incredulidad y sin palabras me dice que él jamás creerá eso, que jamás estará realmente a salvo.

Necesito hablar con los soldados que han sobrevivido al ataque, Kao los tendrá en los calabozos o en la parte norte de la muralla. No sé qué le han contado finalmente a Mean de todo este revuelo, pero ahora mismo ya no me importa.

Entro en palacio y enseguida escucho la voz autoritaria de Mean gritando a pleno pulmón. Las voces vienen del comedor, así que corro hacía allí.

—¿¡Cómo te atreves a minar mi autoridad!? ¿Pensabas seriamente que jamás me enteraría? — le grita a Mean con su imponente cuerpo opacando a Plan.

—No es tu autoridad lo que me preocupaba, Mean. He salvado a miles de omegas, todos ellos estarían muertos de no ser por la red de seguridad — le contesta el omega sin amedrentarse lo más mínimo.

—Tendrías que habérmelo dicho, tendrías que haberlo denunciado al Consejo, hubieses...

—¿El Consejo? El Consejo hace oídos sordos a los problemas de los omegas, no les interesa saberlo.

—Eso no es cierto, y tú mismo eres miembro de ese Consejo.

—Soy el grano en el culo del Alfa del Reino del Norte, nada más. Ese puesto se creó para acallar las conciencias de los alfas que se reparten el mundo.

—Eso no es justo, Plan, ya sabes que yo...

—¡No eres un omega, Mean! ¡Nunca sabrás lo que se siente cuando no eres nada! —le grita ya sin poder contenerse.

—Plan, amor por favor— intenta calmarle el alfa.

—Me cambiaste, me dejaste de lado cuando tu padre y el Consejo te lo pidió. Yo era tu omega, tu otra mitad y renunciaste a mí—le reclama.

—Plan...

—Ningún otro omega sufrirá ese desprecio si de mí depende. Esa es mi lucha Mean, ahora puedes unirte a mí o apartarte de mi camino— le dice y acto seguido sale disparado por la puerta.

Yo me aparto para dejarlo pasar, pero él ni siquiera se da cuenta de mi presencia. No así el alfa del clan, que me mira con reproche.

—Pharm, ¿o debería decir Fluke de Isla Sur? — me dice señalándome con su dedo.

—Señor, yo...

—Entra, tenemos que hablar—me ordena.

Como puedo obedezco y me siento a oír mi sentencia de muerte.

Pangea - OhmFluke - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora