Unas cuantas horas más tarde, Kyle me sacudió el hombro para que despertara, puesto que no había podido evitar quedarme dormida de camino a Nueva York. Estábamos justo frente a mi edificio, o más bien el edificio de mi primo Jacob, y fue entonces cuando me di cuenta de que Kyle tendría que pasar la noche conmigo porque ya no había autobuses para devolverse a Filadelfia. Lo peor era que estaba diluviando, y el tan solo caminar hasta la puerta nos iba a dejar empapados.
- ¿Qué hora es? – quise saber. Me estiré un poco en mi asiento y Kyle miró su reloj de pulsera.
- Las once y veinte – suspiró. – Está lloviendo a cántaros.
- Será mejor que entremos y comamos algo antes de dormir – hice una mueca. Él asintió con la cabeza sin mirarme y se bajó del coche.
Lo seguí hasta la puerta y con las manos temblorosas encontré mis llaves, mientras la lluvia caía sin piedad sobre mi cabello y el de Kyle. Cuando por fin fui capaz de abrir la puerta, Kyle y yo subimos las escaleras hasta el apartamento y entramos.
Todo estaba silencioso, por lo que supuse que Jacob y su novia ya estaban durmiendo (O haciendo otras cosas, pero qué más da). Me deshice de mi abrigo y lo puse junto al calefactor, Kyle me imitó y se dejó caer en el sofá de la sala, en completa oscuridad.
- ¿Tienes hambre? – pregunté en un murmullo. Él encendió una lámpara y me miró sin expresión alguna.
- Un poco – hizo una mueca. – Más que nada tengo frío.
- Acércate al calefactor – hice una seña con mi cabeza para que se acercara. Se plantó a mi lado, respirándome en la frente. Me estremecí por su cercanía y cerré los ojos por algunos segundos. Kyle seguía y seguía provocando demasiadas cosas en mí y no podía negarlo. Me quedé en silencio y él llevó una de sus manos a mi rostro, quitó mi cabello húmedo y lo puso tras mi oreja. Sonrió con amabilidad.
- ¿Me preparas un sándwich de queso? – alzó una ceja y yo asentí frenéticamente.
- ¿Quieres café?
- Sí, por favor.
Me separé de él, casi contra mi voluntad, y me fui a paso rápido a la cocina, con la cabeza llena de pensamientos de culpa.
Yo, Cassandra Green, era una completa estúpida por haber dejado ir al mejor chico que conocí en mi vida. Lo peor de todo era tener que vivir con las consecuencias de ser AMIGOS. Era una completa tortura, en especial estando a solas con él.
Preparé el café y el sándwich de queso, y cinco minutos después me senté a su lado en la sala y lo observé comer en silencio. Odiaba aquello. Estar tan cerca de él y a la vez tan... lejos.
Una vez que Kyle terminó de comer y yo terminé mi café, nos pusimos de pie y fuimos a mi cuarto. Esto era tan incómodo. Mi cama era de tamaño matrimonial, y ambos podíamos dormir en ella, sin embargo, no dejaba de ser raro.
- ¿Tienes algo que pueda usar de pijama? – preguntó cerrando la puerta tras él. Me mordí el labio y me volteé para que no viera mi rostro. Estaba tan roja como un tomate.
- Déjame ver – salí del cuarto y corrí al armario de la sala de estar. Jacob ponía su ropa vieja ahí, así que tomé lo primero que encontré y volví a mi cuarto. Cuando abrí la puerta, di de frente con Kyle sin camisa. Esto era la peor tortura del universo. Agaché la cabeza y le tendí la ropa.
- Gracias – se encerró en el baño y por fin pude respirar.
Me apresuré para cambiarme antes de que él pudiera verme, y me acerqué a la ventana. Seguía lloviendo. Suspiré y escuché a Kyle salir del baño, ya vestido con ropa seca. La ropa de Jake le quedaba un poco grande, pero a Kyle no parecía molestarle. Se acercó a mí y se detuvo a mi lado, fijando su vista en algún punto muerto de la calle.
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Kyle | 2da parte
Teen FictionPosicionada en Nueva York, Cassandra Green cree haberse librado de toda una vida de problemas. Filadelfia, la ciudad donde todas sus tragedias tomaron lugar, ahora es parte del pasado. Sin embargo, lo único que podría arrastrarla de vuelta al lugar...