Capítulo 3

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Había llegado el santo viernes y me encontraba en el campus de la universidad, cerca del mediodía. La semana había pasado volando y me había acostumbrado muy rápido a todo el alboroto de la ciudad y a mis clases.

Pasé la mayor parte del tiempo con Ryu y Jenn y me divertí muchísimo con ellos, ambos eran muy inteligentes y súper amables.

Lo único malo de la semana fue quizás ver a Philip todos los días a primera hora. Él no había vuelto a hablarme, pero me miraba demasiado y me sentía muy incómoda con él cerca. Solo quería que desapareciera y me dejara disfrutar de mis clases en paz, pero para mí mala suerte, Philip era el ayudante de varios maestros y siempre estaba cerca. No sabía si iba a soportar todo el semestre viendo su cara.

Estaba agotada y todavía tenía que caminar varias cuadras para llegar al departamento de Jacob, hacer mis maletas y partir a Filadelfia, por el cumpleaños de Candace.

Pasé junto al aparcamiento del campus y me puse los audífonos, para escuchar música.

Alcancé a dar dos pasos y sentí que alguien ponía su mano sobre mi hombro. Reconocí el tacto, el aroma y la presión.

Era Philip, y lo supe antes de voltearme. Me quité los audífonos con cara de pocos amigos y él sonrió nervioso.

- ¿Qué tal? – dijo, llevándose las manos a los bolsillos. Si mi memoria no fallaba, hacía eso cuando quería conseguir algo y me detesté a mí misma por recordar esa clase de cosas.

- ¿Qué quieres? – respondí. Él frunció el ceño, confundido.

- Solo quería saludar – se encogió de hombros. Bajó la vista al piso y torció los labios. – Al parecer todavía me odias.

- No, odiar requiere esfuerzo y tú no vales la pena – solté cruzándome de brazos. – Prefiero pretender que no existes, es más fácil.

- Cassie...

- ¡No me llames así! – gruñí entre dientes. Él arqueó las cejas y suspiró.

- Perdón, Cassandra. No quiero esta tensión entre nosotros, vamos a vernos diariamente por un largo tiempo, y pensé que podríamos hacer las paces, ¿qué dices?

- ¿Y si mejor me ignoras y yo te ignoro? – pregunté. – Realmente esa opción me gusta más.

- ¡No puedes ignorarme! – masculló un tanto exasperado. – ¡Crece de una vez, Cassandra Green, ya no eres una niña! ¡Supéralo!

- ¿Te estás escuchando? – levanté el tono de mi voz. – ¡Quiero que te alejes de mí!

- Pero...– él dio en paso en mi dirección y lo empujé casi sin pensármelo.

- ¡No te acerques!

- Cassandra, cálmate.

- No me digas que me calme – gruñí, con los puños apretados y el corazón muy agitado. – Arruinaste mi vida, y no dejaré que arruines mi carrera.

Dicho eso, me volteé sobre mis talones y salí del campus a toda prisa. Me concentré en respirar con normalidad y a no pensar en lo mal que me hacía ver a Philip, sentía como si los problemas tuvieran un imán, me perseguían, no me dejaban respirar.

[...]

Algunas horas más tarde, me encontraba llegando a Filadelfia. Me bajé del autobús y llamé un taxi para llegar a casa de Nate, donde actualmente, Candace estaba viviendo.

Nate y Candie habían avanzado mucho con su relación, eran el uno para el otro. Él la hacía muy feliz y nada me ponía de mejor humor que ver a mi hermana así de contenta.

Kyle | 2da parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora