Esta historia comienza en la aldea de la hoja con un pequeño niño huérfano, Naruto Uzumaki, que tiene el sueño de convertirse en Hokague y así ganarse el respeto de todos aquellos que lo desprecian en la aldea. En su aventura, conocerá nuevos amigos...
Eran las doce en punto del mediodía, pero casi no se notaba debido al clima. Las calles tenían un color apagado, el ambiente era bastante pesado y sin ningún rayo de luz que se asomara por aquellas negras nubes de tormenta. Una pequeña chica de cabellos rosados caminaba con su bolso en manos y la cabeza gacha, sabiendo de memoria el camino hasta su casa, sin prestar demasiada atención a su alrededor. Tenía un desastre en la cabeza, sin saber exactamente qué hacer, recordando como la primera vez que había visto al hiperactivo niño rubio que siempre intentaba hablar con ella.
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- Sakura... - La llamó su madre mientras estaba jugando en el parque con su mejor amiga, Ino. Sakura dejó por un rato a su amiga, corriendo hacia su madre.
- ¿Si, mamá? - Preguntó con una sonrisa mientras se sacudía la tierra de su vestido.
- ¿Ves a ese niño que está ahí? - Preguntó apuntandolo con su dedo índice.
Sakura volteó hacia donde veía y apuntaba su madre, viendo a un niño de su edad jugando sólo con un balón. - ¿Si...? - Respondió algo confundida.
- No quiero que te acerques a él. Es más, te lo prohíbo.
- ¿Eh...? - Volteó para verla. - ¿Por qué?
- Sólo no lo hagas. - Dijo, dando una pequeña pausa. - Él es un niño problemático. No quiero que siquiera pienses en él, haz como si no existiera, y mantente lo más alejada posible de él... —Sakura... —Llamó su madre mientras estaba jugando en el parque con su mejor amiga, Ino. Sakura dejó por un rato a su amiga, corriendo hacia su madre.
—¿Si, mamá? —Preguntó con una sonrisa mientras sacudía la tierra de su vestido.
—¿Ves a ese niño que está ahí? —Preguntó, apuntando con su dedo índice hacia atrás.
Sakura volteó hacia donde veía y apuntaba su madre, viendo a un niño de su edad jugando sólo con un balón. —¿Si...? —Respondió, algo confundida.
—No quiero que te acerques a él. Es más, te lo prohíbo.
—¿Eh...? —Volteó para verla. —¿Por qué?
—Sólo no lo hagas. —Dijo, haciendo una pequeña pausa. —Él es un niño problemático. No quiero que siquiera pienses en él, haz como si no existiera, y mantente lo más alejada posible de él…
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