"... Solo déjame amarte como te lo mereces, sin dolor y sin preocupación... "
★-Katsuki Bakugou
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La brisa de la mañana toca mis mejillas pecosas, mi cama en medio de dos ventanas enormes de las cuales entran leves rayos del sol mañanero obligándome a despertar. El tintineo de las campanitas que cuelgan del balcón de mi habitación me produce una gran satisfacción, los bellos cantos de los ruiseñores y demás aves son de lo más bello —Según mi parecer— por un momento creí estar en un sueño, pero los golpes prominentes de mi puerta me hacen recapacitar y despertar, ¿Qué hora era?, ¿Se me habrá hecho tarde?, ya lo había recordado. ¡Era sábado!, los golpes en la puerta me querían despertar y no tuve más opción que ceder ante eso.
—Ya voy.... Había dicho con la voz cansada y un poco grave, levemente abriendo la puerta de mi cuarto—
—D-disculpe. La amable criada dio una reverencia— Joven Príncipe, sus padres necesitan hablar con usted en el salón real.
—Ah, ¿Podría decirles que estaré allí en unos minutos?. Había pedido con una leve sonrisa—
—¡Con gusto Príncipe!. La criada había hablado con tanto entusiasmo que me hizo reír un poco— Sus padres lo esperan— Y así como lo dijo, salió de mi cuarto—
Era hora de arreglarse, si no hubiese sido que hace unos dos años les pedí a mis padres que no pusieran Criadas para vestirme, hubieran unas 5 de ellas ahora mismo ayudándome, ¿Muy loco no?. Después de cerrar mi puerta me dirigí a mi baño, el agua esta vez era templada, ni muy fría ni muy caliente. Unos minutos después salí con una toalla en la cintura, debía pensar en que ponerme, algo no tan formal como siempre, vería a mis padres, no les importaría. Al fin de un tiempo logré decidirme por un atuendo casual, una camisa blanca manga larga, un pantalón de cuero marrón y mis botas rojas.
—Uff, ya terminé. Después de peinarme, salí de mi cuarto y me dirigí al gran salón donde mis padres me estaban esperando— ¿Qué necesitarán mis padres?
Estuve caminando varios pisos, ¿Qué puedo decir?, el palacio es verdaderamente grande y con muchos pisos, pero bueno; al llegar al gran salón una leve sonrisa se presentó en mi rostro, seguido de una reverencia—Nunca está mal ser educado hasta con tus padres—Mis padres al verme llegar hicieron lo mismo y sonrieron.
—Casi que no llegas hijo. Había dicho mi madre, una mujer tan linda y amable— Pensé que ni habías despertado jaja
—Mamá, sabes que soy responsable. Mi madre había respondido con una leve risa—
—Bueno hijo. Dijo mi Padre— Para lo que te llamamos es algo muy importante, Siéntate hijito jaja
—Si señor. Después de las palabras me senté en una de los sillones del salón al lado de mis padres— ¿Qué es tan importante?
