Capitulo Cuatro

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Esta vez hay diez personas en el escritorio. Se supone que no debería importarme, pero hay un nudo en mi estómago.

– Pero maestra, ¿no se le hace injusto dejarnos un trabajo tan pesado a finales del curso? – Preguntó Giulio

Giulio me caía bien, pero no era recíproco a él le gustaba Leire.

– Creo que son lo suficientemente capaces de hacer esto y más. Además, sus compañeros me lo están entregando. – Dijo mientras señalaba a mis compañeros que están formados esperando que les revise. Esta vez hay siete personas junto al escritorio.

El resto de la clase se llena de excusas y reclamos por parte de los estudiantes, todos tienen algo que decir. Excepto yo.

Al terminar la maestra me pide quedarme y hablar con ella. Conversamos sobre la escuela y mi reciente falta de interés en su clase. Me dijo lo mismo de siempre, que no debo de bajar la marcha aun cuando estemos a un paso de terminar.

De regreso a mi casa todo ocurre como de costumbre, excepto por algo. Un hombre con muletas está afuera de una casa por la que suelo pasar, pero nunca lo había visto a él.

– Disculpe joven, ¿cree poder ayudarme? Como verá tengo fracturadas las dos piernas y olvidé las llaves... Y el timbre no funciona. Vivo aquí con mi padre y acabo de llegar, pero creo que no me escucha.

Antes de que me dé cuenta estoy tirando piedras pequeñitas a una de las ventanas. Permanecimos así durante unos minutos.

– ¿Usted es feliz? – Cuestioné. La pregunta nos sorprendió a ambos.

–A veces... Hay días en los que me siento bien, con plenitud. Pero hay otros en los que ni si quiera tengo la fuerzas de levantarme.

–También estoy lidiando con esa sensación de pesadez y es desgastante.

–¿Y tú?, ¿Eres feliz?

–No lo sé, creo que no tengo razones para ser infeliz pero aun así no me siento pleno. Es como si no mereciera las cosas buenas que me pasan y también creo que merezco más las malas.

–Sufres por no sufrir, que ironía. A menudo puede que sientas no merecer las cosas positivas. Con el tiempo aprenderás a lidiar con esos pensamientos o eso espero.

–Quisiera poder aprender más rápido.

–Eres joven

–Y estúpido

–Eso no siempre se quita con la edad

–Estoy cansado de que la gente se refiera a este sentimiento como un efecto de mi edad.

–Es solo que... Todos pasamos por momentos difíciles en la adolescencia.

–Eso no justifica su apatía, hasta el día de hoy no he conocido un adulto que recuerde y empatice con ser más joven.

–Sí, sé que todo se siente como una mierda y la gente se acostumbra a olvidarlo porque aprende de ello, se llama madurar.

–Eso me hace sentir aún más estúpido

–Eso significa que has madurado un poco... Créeme, algún día mirarás atrás y te sentirás como un idiota por todas las tonterías que decías y pensabas por esta etapa. Así se siente madurar, además de eso, también te sentirás aún más tonto por hacer de tus sentimientos el centro del universo e ignorar lo que los demás estén pasando.

–Eso me hace sentir como el apático

–Porque lo eres, todos lo somos en cierto grado... Solo que en esta etapa aún más.

–¿Cuándo sabre que dejé de comportarme como un idiota?

–Nadie dijo que lograras hacer eso ... O que lo hicieras

–¿Entonces que debo hacer?

–Nadie lo sabe... Y si tú no lo sabes, menos los demás. Lo importante es: que lo intentes. Dijo esas últimas palabras mientras daba un paso hacia mí y ponía su brazo sin yeso en mi hombro.

–Ahora, ¿Sí me vas a ayudar?

–Ahora que lo pienso, ni si quiera conocemos nuestros nombres... Y somos vecinos

–Ah ¿Sí?

–Sí, yo vivo ahí. – Señalé mi casa – Tampoco te había visto antes.

–Trabajo durante el día, acostumbro a llegar pasada la medianoche, duermo un poco y me voy en la madrugada. Bueno, antes de mi accidente.

–¿Qué te pasó?, si puedo saber.

–Me quedé dormido y... Pues me caí, de costado.

– ¿Fractura expuesta o interna?

–Ambas expuestas.

–Debió doler.

–Fue el mismísimo infierno encarnado

Después de que su hermana le abrió la puerta, seguimos hablando dos minutos mientras le ayudaba con las bolsas de compras. Nuestra platica se extendió un poco más adentro, | ¿cuánto tiempo? realmente no lo sé| fue, muy grato como para saberlo. | ¿De qué hablamos? | La mayoría de las cosas ya no las recuerdo, pero me imagino que serían generalidades sobre la escuela y mi vida en general. Aun no entiendo cómo es que me abrí tanto con un extraño, aunque sea mi vecino, no acostumbro a ser tan abierto.

Para cuando me despedí y salí de su casa, el sol estaba por acostarse. Mamá me matará.

Mientras caminaba de regreso a casa, pensé en lo bien que se sintió hablar de algo tan privado con un extraño |incluso pensé en hacerlo más seguido |. Fue ahí cuando recordé el proyecto final de la maestra Agatha. Al llegar mi madre me dio un sermón junto con mi hermana, les expliqué, pero no sé si no me creyeron o se enfadaron aún más. Después de eso me puse a escribir mi reporte. 

Proyecto final: Hablar con extrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora