={ Part 1 }=

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El crepúsculo se desvanecía en el horizonte cuando Jack abrió la puerta de su hogar, el santuario que compartía con Rusty. El día había sido largo y la ciudad bulliciosa se sentía ahora tranquila, casi reflexiva. Jack dejó sus llaves en la mesa de entrada y se quitó los zapatos, disfrutando de la sensación de estar finalmente en casa.

Fue entonces cuando escuchó el sonido de la puerta principal. Rusty entró, su figura recortada contra el último resplandor del día. Había una tensión en sus hombros que Jack conocía demasiado bien; era la carga de un alma que llevaba el peso del mundo en su espalda.

"¿Cómo estuvo tu día?" preguntó Jack, acercándose a Rusty con una sonrisa cálida.

Rusty intentó devolver la sonrisa, pero sus ojos no lograron ocultar el cansancio. "Fue... intenso," admitió, dejando caer su bolsa de deporte al suelo con un suspiro.

Jack asintió, su mente ya maquinando un plan para aliviar la tensión de Rusty. "¿Qué te parece si te preparo algo especial esta noche?" ofreció, su tono lleno de una promesa no dicha.

Rusty lo miró, una chispa de curiosidad en su mirada. "Eso suena perfecto," dijo, y por un momento, la tensión pareció disiparse, reemplazada por la anticipación de una noche tranquila y amorosa.

Jack se adentro a la cocina preparándose para darle una calida y relajante noche a su esposo. 

La cocina se llenó con el sonido de la cuchara de madera golpeando contra la olla mientras Jack preparaba el chutney de cebolla y zanahoria, la receta favorita de Rusty. La mezcla de especias y el dulzor de las zanahorias caramelizadas se elevaban en el aire, creando un aroma que prometía confort y hogar.

Rusty, sentado en el salón con una cerveza en la mano, no podía evitar sonreír al escuchar los sonidos de la cocina. “¿Necesitas ayuda?” gritó, aunque sabía que Jack tenía todo bajo control.

“No, quédate relajado,” respondió Jack, su voz llegando desde la cocina. “Solo disfruta el momento.”

Cuando el chutney estuvo listo, Jack lo sirvió junto a unas chuletas de cordero perfectamente asadas y una ensalada fresca. La mesa estaba puesta con cuidado, cada detalle un reflejo del amor que Jack sentía por Rusty.

“Esto se ve increíble,” dijo Rusty, admirando la comida antes de tomar un bocado. “Y sabe aún mejor.”

Jack se sentó frente a él, sus ojos llenos de alegría al ver a Rusty disfrutar de cada bocado. “Me alegra que te guste,” dijo. “Quería hacer algo especial para ti.”

Rusty tomo la pata de jack con mucho amor, dejando ver a la perfección un bello anillo de compromiso en uno de sus finos dedos, complacido por estar compartiendo una hermosa noche con su amado.

La conversación fluyó fácilmente entre ellos, cada risa y cada palabra un recordatorio del vínculo profundo que compartían. Esa noche, la comida no era solo alimento para el cuerpo, sino también para el alma.

Con la cena terminada y los platos ya limpios, Jack se dirigió al baño para preparar la siguiente sorpresa para Rusty. Abrió el grifo, ajustando la temperatura hasta que el agua estuvo perfectamente caliente, y vertió un poco de su aceite esencial favorito, que llenó el aire con un aroma relajante.

Rusty, que había estado recostado en el sofá, sintiendo cómo la comida y la cerveza calmaban su estómago, se levantó al escuchar el sonido del agua corriendo. “¿Qué estás tramando ahora?” preguntó con una sonrisa juguetona.

“Ven y verás,” respondió Jack, guiñándole un ojo.

Cuando Rusty entró al baño, se encontró con una escena que parecía sacada de un sueño. Velas encendidas alrededor de la bañera, y el agua, adornada con pétalos de rosa, invitaba a sumergirse y olvidarse del mundo exterior. “Jack, esto es… increíble,” dijo Rusty, su voz llena de asombro.

“Es solo para ti,” dijo Jack, ayudando a Rusty a entrar en la bañera. “Quiero que te sientas como si estuvieras flotando entre las estrellas.”

Rusty se relajó en el agua, cada músculo de su cuerpo agradeciendo el calor y la suavidad. Miró hacia arriba, donde Jack había colocado un proyector de estrellas que llenaba el techo con constelaciones brillantes. Era como si el universo entero hubiera decidido visitar su pequeño baño.

“Siempre encuentras la manera de sorprenderme,” dijo Rusty, cerrando los ojos y dejándose llevar por la experiencia.

Jack se sentó en el borde de la bañera, observando a Rusty con una mezcla de amor y admiración. “Eres mi universo, Rusty,” dijo suavemente. “Y yo siempre estaré aquí para cuidarte.”

Después del reconfortante baño, Jack tenía preparada otra forma de cuidado para Rusty. Con una sonrisa, sacó un cepillo de cerdas suaves y se acercó a Rusty, quien ya se encontraba envuelto en una toalla, relajado y con los ojos cerrados.

“¿Qué es eso?” preguntó Rusty, sintiendo el objeto en la mano de Jack.

“Es solo un cepillo,” dijo Jack. “Pensé que podríamos probar algo diferente esta noche. Algo suave y relajante.”

Rusty asintió, intrigado por la idea. Se sentó en el borde de la cama mientras Jack comenzaba a cepillar su pelaje con movimientos lentos y metódicos. Cada pasada del cepillo era como una caricia, eliminando cualquier tensión restante y dejando una sensación de calma.

“Esto es… más agradable de lo que imaginaba,” admitió Rusty, una sonrisa formándose en sus labios.

“Me alegra que te guste,” respondió Jack, continuando con el cepillado. “Es una forma de mostrarte cuánto me importas, sin palabras.”

El silencio se llenó con el sonido suave del cepillado, y Rusty se dejó llevar por la sensación, permitiéndose disfrutar del momento de atención y cuidado. Era un gesto simple, pero lleno de amor y significado.

La habitación estaba en silencio, salvo por el suave sonido de la respiración de Rusty, ahora tranquila y medida. Jack había guardado el cepillo y se había unido a Rusty en la cama, donde se acurrucaron juntos bajo las sábanas suaves.

“Gracias por esta noche, Jack,” murmuró Rusty, su voz llena de gratitud. “No sabía cuánto necesitaba esto.”

Jack respondió con un beso tierno en la frente de Rusty. “Siempre estaré aquí para cuidarte,” susurró. “Eres lo más importante para mí.”

Rusty se giró para enfrentar a Jack, sus ojos encontrándose en la penumbra. “Te amo,” dijo Rusty, y Jack sintió que esas palabras eran el regalo más precioso que podría haber recibido.

“Y yo a ti,” respondió Jack, antes de darle a Rusty un beso suave en los labios, un sello perfecto para el final de su día.

Se desearon buenas noches, y mientras la luna ascendía en el cielo nocturno, Rusty y Jack se sumergieron en un sueño pacífico, sabiendo que, sin importar lo que trajera el mañana, lo enfrentarían juntos.

Una noche de tranquilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora