={ Parte 2 }=

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La primera luz del día se colaba por las rendijas de las persianas, bañando la habitación en un suave resplandor dorado. Jack despertó con la sensación de que algo había cambiado; la cama a su lado estaba vacía, y el silencio de la madrugada había dado paso a una melodía suave y alegre que venía de algún lugar de la casa.

Se levantó, siguiendo el hilo de la música hasta la cocina, donde el aroma dulce de los waffles recién hechos lo envolvió. Rusty estaba allí, moviéndose al ritmo de la música, con una sonrisa en su rostro y una espátula en la mano.

“¿Qué es esto?” preguntó Jack, aún frotándose los ojos adormilados.

Rusty se giró, su sonrisa creciendo aún más al ver a Jack. “Buenos días,” dijo con un tono juguetón. “Pensé que después de la noche tan especial que me diste, era mi turno de sorprenderte.”

Jack se acercó, envolviendo sus brazos alrededor de Rusty desde atrás y apoyando su barbilla en su hombro. “Esto es maravilloso,” murmuró, “pero no tenías que hacerlo.”

“Quería hacerlo,” insistió Rusty, girando la cabeza para robar un rápido beso. “Porque te amo y porque cada momento que tenemos juntos es un regalo.”

La música seguía fluyendo por la cocina, una melodía que parecía danzar con el aroma de los waffles. Jack se sentó en la mesa, observando a Rusty con una mezcla de admiración y amor. Rusty, por su parte, cantaba suavemente mientras vertía la masa en la wafflera, cada nota tan dulce como el desayuno que estaba preparando.

“¿Desde cuándo sabes cocinar tan bien?” preguntó Jack, una sonrisa juguetona en sus labios.

Rusty se giró, una chispa de picardía en su mirada. “Hay muchas cosas que no sabes de mí,” dijo con un guiño. “Y me encanta sorprenderte.”

Jack se levantó, acercándose a Rusty y pasando sus brazos alrededor de su cintura. “Me encanta todo de ti,” confesó, apoyando su cabeza contra la espalda de Rusty.

Los waffles estaban listos, y Rusty sirvió dos platos, uno para cada uno. Se sentaron frente a frente, y por un momento, el mundo exterior no existía. Solo ellos dos, la música, y un desayuno hecho con amor.

“Gracias por esto,” dijo Jack, tomando un bocado. “Es perfecto.”

“Como tú,” respondió Rusty, y ambos compartieron una risa cómplice, sabiendo que este era solo el comienzo de otro día maravilloso juntos.

El sol ya estaba alto, bañando la cocina con una luz cálida y acogedora. Rusty y Jack disfrutaban de su desayuno, cada bocado de waffle era un recordatorio del cuidado y amor que se tenían el uno al otro. La música suave seguía sonando, pero ahora era el sonido de su risa compartida lo que llenaba la habitación.

“Esto es perfecto,” dijo Jack, mirando a Rusty con ojos llenos de cariño.

Rusty asintió, su corazón rebosante de felicidad. “Cada segundo que paso contigo es un tesoro,” confesó, alcanzando la mano de Jack sobre la mesa.

Se entrelazaron los dedos, y en ese simple gesto, había una promesa de más mañanas como esta, de más momentos de alegría y amor. Terminaron su desayuno y se quedaron sentados, disfrutando del silencio cómodo que solo dos personas que se aman profundamente pueden compartir.

“Gracias por esta mañana,” dijo Rusty, “y por cada día que me das.”

Jack se inclinó hacia adelante, sellando su gratitud con un beso dulce y tierno. “Y gracias a ti, por ser mi todo.”

El día apenas comenzaba, pero ya sabían que sería otro hermoso capítulo en la historia de sus vidas.


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Espero que la hayan disfrutado, muchas gracias a los que la leyeron se les aprecia mucho 👏💐

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⏰ Última actualización: Mar 16 ⏰

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Una noche de tranquilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora