Epílogo: El inicio del futuro

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Tanjiro estaba nervioso, muy muy nervioso. Tras la derrota de Muzan, Kyojuro y él no habían podido tener un momento a solas, mucho menos hacer el amor. Y eso tenía al Pilar del Sol al límite. En su defensa, él era un hombre joven, fuerte y saludable, que quería mucho a su amante, amante que no había parado de ir de un lado a otro ayudando a reconstruir la parte de la ciudad que resultó dañada luego de la batalla. Tampoco había sido tanto tiempo, tres semanas a lo sumo, luego de que Kocho le diera el alta. Rengoku había salido bastante herido en la pelea, por protegerlo a él nada menos. Tanjiro aun no se lo perdonaba.

Y lo peor de todo fue el mensaje que recibió esa mañana de parte de Kyojuro.

"Tanjiro, te espero en casa mañana. Tenemos algo que discutir."

Eso no le había gustado nada y menos cuando se lo comentó a Zenitsu y este lo miró con cara de lastima.

- Cuando las mujeres dicen algo "como tenemos que hablar", es una mala señal. - le dijo.

- Rengoku san no es una mujer... y no tiene que ser algo malo... espero. - le respondió el pelirrojo.

•••

Cuando llegó a su casa que compartía con el pilar de las llamas este lo esperaba sentado en el estudio escribiendo algo. Tocó a la puerta y Rengoku lo invitó a pasar.

- Tanjiro, mi muchacho, ¡terminaré esto enseguida! - dijo sonriéndole, para luego darle la espalda nuevamente.

El primogénito de la familia Kamado observó a la figura frente a sí. Los anchos hombros y la cabellera dorada que había crecido en largo y volumen esos últimos años, él moría por enterrar sus dedos en los suaves mechones, pasar sus manos por el pecho y apretar los músculos hasta que Rengoku se estremeciera, para luego hincar sus dientes en la tersa piel mientras sujetaba la estrecha cadera del otro hombre mientras lo abría poco a poco con sus dedos o con su hombría.

Rengoku estaba muy concentrado, muy ajeno a los impúdicos pensamientos de su amante.

Por otra parte, la preocupación de Tanjiro no se iba, ahora que las marcas del cazador habían desaparecido de sus pieles y que no eran necesarias las reparaciones, ni el cuerpo de cazadores en un mundo sin demonios, ¿tendría sentido para ellos seguir adelante? Kyojuro le había dicho que lo amaba, lo había dicho de frente y sin ninguna duda, y lo había repetido muchas veces borracho de placer cuando tenían relaciones. Mas Kyojuro era el primogénito de una familia de un antiguo y noble linaje, y tenia de seguro mejores prospectos que Tanjiro para continuar su vida, ahora que las cosas habían cambiado. No sería raro que Rengoku lo hubiera llamado para romper con él.

Tanjiro no dejaba de observarlo, la luz del medio día entraba por la puerta abierta que daba al jardín de la mansión, y bañaba a Kyojuro de una calidez muy apetecible. Ciertamente su amante se veía mejor bajo los rayos del astro rey. No quería perder esto, no quería perder a Kyojuro, si Rengoku lo sacaba de su vida, él sabía que se desmoronaría. Sus pensamientos fueron en espiral. Kyojuro no había querido tocarlo en semanas, y debido a los deberes de ambos sus horarios no habían coincidido, y cuando lo hacían, el mayor de los dos solo tenía ganas de comer y de dormir.

¿Acaso los indicios habían estado allí y él no supo verlos? Movió la cabeza negativamente. No. Kyojuro no me haría eso. Se dijo. Pero si quería dejarlo, Tanjiro le daría razones para no pensar mas en ello. La oportunidad era esta, después de que hablaran y tomada la decisión, el pilar mas joven sabia que el otro no se retractaría. Al menos una vez más... dijo en su mente, si iban a tomar diferentes caminos, al menos quería recordar la piel de Kyojuro contra la suya por una última vez.

Con sumo cuidado se acercó a donde el otro escribía, sentado perfectamente sobre sus rodillas, el mas joven se acercó y pasó sus brazos alrededor de la cintura del otro y hundió su nariz en la rubia cabellera aspirando fuertemente su olor. Rengoku dio un pequeño salto, pero solo se distrajo por un momento y continuó escribiendo. Tanjiro deslizó sus manos hasta el obi y lo desató, para luego abrir la yukata del hombre que solo enarcó una ceja ante su atrevimiento, cuando por fin pudo poner sus manos sobre la piel desnuda de su mentor el cazador mas joven exhaló complacido.

Ofrenda de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora