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En la mansión de los Santelmo, ubicada a las afueras de Valladolid, Eric se encontraba dentro de su habitación cuando una de las sirvientas le anunció que tenía una llamada telefónica

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En la mansión de los Santelmo, ubicada a las afueras de Valladolid, Eric se encontraba dentro de su habitación cuando una de las sirvientas le anunció que tenía una llamada telefónica.

E: ¿quién me llama?

La sirvienta respondió: es un muchacho... me dijo que se llama Nicolás... ¡NICOLÁS MONTERO!

Los ojos azules de Eric se abrieron grandemente al escuchar por primera vez el apellido de su novio: ¿c-cómo dijiste?

S: dije que le llama un muchacho llamado Nicolás Montero...

Sin salir de su asombro, el tierno doncel repitió entre dientes: ¿Mo-Montero? n-no p-puede ser...

S: sí, señorito, escuché muy claramente... ese es el apellido del joven que le habla... ¿va a tomar la llamada?

Tras dudarlo unos segundos, el chico respondió: s-sí, claro... voy a contestar...

El pelirrizado se apresuró a contestar el teléfono y al levantar la bocina escuchó la voz del rubio que le había robado el corazón: hola chiquito, ¿cómo estás? ¿cómo amaneciste?

Sin poder disimular su desconcierto, el ojiazul respondió: h-hola Nicolás, estoy bien, ¿y tú?

N: ¿Nicolás? creí que habías quedado en llamarme "Nick", ¿tan pronto lo olvidaste?

E: ahhh, lo siento... es que no sé dónde tengo la cabeza... perdóname, Nick...

Nicolás sonrió al escuchar a su novio decirle así: me gusta que me llames así, porque eres el único que lo hace, siento que soy especial, tanto como tú lo eres para mí... ¿sabes algo?

E: ¿qué?

N: nunca había deseado tanto que fuera lunes para regresar al colegio como ahora... porque muero por verte, por abrazarte, por besarte...

Sonrojado, el doncel contestó: Nick, qué cosas dices...

N: solo la verdad, chiquito... te juro que te digo solo la verdad...

Amor en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora