4.- Hermanos

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¡NUEVO CAPÍTULO!

AQUÍ LES DEJO OTRO CAPÍTULO DE ESTA NOVELA QUE ESTÁ TENIENDO BUENA RECEPCIÓN, PERO CASI NO COMENTAN.

RECUERDEN LO IMPORTANTE QUE SON LOS COMENTARIOS EN WATTPAD, DE LO CONTRARIO LAS HISTORIAS NO SUBEN Y NO SE SIGUEN ACTUALIZANDO.

APÓYENME CON SUS ESTRELLAS Y COMENTARIOS PARA MÁS ACTUALIZACIONES.
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Tras una fuerte discusión en la recámara de Camilo, Renato Montero se dirigía a su habitación topándose con Juana, la sirvienta, antes de entrar

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Tras una fuerte discusión en la recámara de Camilo, Renato Montero se dirigía a su habitación topándose con Juana, la sirvienta, antes de entrar.

Molesta por el maltrato de Renato a su supuesto hijo mayor, la buena mujer expresó: por todos los años que llevo sirviendo en esta casa, al menos tengo derecho de decirle... de advertirle que si no cambia su actitud con el niño Camilo, él va descubrir la verdad...

Renato miró a la sirvienta e inquirió: ¿la verdad? ¿de qué verdad hablas?

Juana respondió: de que el niño Camilo, ¡NO ES SU HIJO!

Furioso, el hombre le dio una bofetada a la criada, al tiempo de hablar con los ojos brillantes de rabia: ¿cómo te atreves a decir eso? recuerda que tú también juraste en el lecho de muerte de Sara que Camilo jamás sabría la verdad de su origen... ¿cómo puedes quebrantar ese juramento?

Sobándose la mejilla enrojecida por el golpe, la mujer refutó: no estoy quebrantando ningún juramento porque usted sabe tan bien como yo toda la verdad... pero antes que la señora Sara muriera, también le prometí que velaría por sus hijos, sobretodo por el niño Camilo, y no puedo quedarme callada al ver cómo lo maltrata y abusa de su poder, solo porque él no lleva su misma sangre...

Levantando la mano amenazadoramente, Renato vociferó: cállate de una vez si no quieres que te corte esa lengua larga que tienes... yo no tengo por qué darte explicaciones de cómo educo a Camilo... y tú tienes la obligación de observar y callar porque en esta casa no eres más que una simple criada... quizás Sara te trataba como parte de la familia porque ella era una buena mujer, pero conmigo no quieras pasarte de lista... yo no me toco el corazón con las personas que me estorban y sí se te ocurre hablar de más, te echo a la calle como un perro y jamás volverás a ver a tu querido "niño Camilo", ¿entendiste?

Comprendiendo la posición vulnerable en que estaba, Juana tuvo que tragarse sus palabras y agachando la cabeza, únicamente asintió mansamente.

El varón añadió para humillarla aún más: y ahora lárgate a la cocina, ese es tu lugar en esta casa y no olvides nunca que siempre tendrás que agradecer que durante más de 20 años has comido y tenido un techo gracias a mí... traicionarme sería como el perro que muerde la mano de su amo... vete a la cocina, ¡vete!

Amor en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora