Espejo

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Querido chico del espejo:

muy bien no te comprendo.

Cansado estoy, mejor te dejo,

ahora no es momento.


Esta mañana te has empeñado,

como muchas otras veces,

en dejarme despeinado,

distraído, escuchando puras sandeces.


Me dices que soy lindo,

que no es un sueño, que estoy despierto,

que no pierdo un segundo.

Que estoy haciendo las cosas bien y que es cierto,

y demás tonterías sin sentido alguno.


Y, dime, ¿quién eres tú? ¿Por qué debo creerte?

Sólo un reflejo inerte

que de pronto se mueve y me copia,

que me quiere hacer creer cosas.

Serio y retador,

distraído,

calculador

y con el ceño fruncido.


No me quieras convencer

de que deje mi mal humor.

Nada ni nadie lo puede deshacer.

Debo esperar que se enfríe el motor.


Pero estás en lo cierto, tal vez.

No te ignoraré en esta ocasión.

Me dirás "¿ya ves?"

Probablemente haya perdido la razón.


Ahora sé que soy feliz,

mi vida está completa

y todo eso lo sé gracias a ti

que no te rendiste ni aunque quisiera volarte la cabeza.


Querido chico del espejo:

ya puedes dejar de acercarte a mí,

de observar las pecas en el reflejo

y al fin susurrar "ella te quiere a ti".


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Poesía vestida de rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora