Pídeme Perdón

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Tabasco, mayo de 2019

-Pídeme perdón.-

«No lo hagas, no le des el gusto. No tienes la culpa. No lo merece. No tiene la razón, no hagas lo que quiere.» Pensaba, mirándola con mis ojos llenos de odio y lágrimas, mi respiración era completamente irregular, ni siquiera sabía si estaba respirando y no me importaba.

Me quedé un momento en silencio, pensando. No quería hacerlo, mi orgullo era demasiado y podía soportar un poco más ¿Cierto? No. Me dí cuenta de que no podía soportar más cuando una de mis piernas rozó con la silla rosa en la que estaba sentada y me quejé, desviando la mirada y sin querer ver a la horrible persona frente a mí.

La silla estaba demasiado caliente, el Sol era insoportable, las lágrimas y el sudor me hacían sentir asquerosa, mi cuerpo estaba caliente.

Uno de los pequeños cortes de mi pierna rozó con la silla caliente y apreté la mandíbula para no volver a quejarme. Las lágrimas de mis ojos cayeron de nuevo, siendo reemplazadas por otras.

Miré sus ojos llenos de... La verdad sus ojos ni siquiera mostraban sentimientos. El nudo en mi garganta me dolía y me dí cuenta de que tenía mucha sed.
Sentí mi mirada cambiar y supe que me veía ridícula con el labio y el mentón temblando, sabía que me veía ridícula con esos ojos de niña que suplicaban por perdón.

Y eso lo supe cuando la ví tratar de ocultar una sonrisa.

-Perdón... Mami, perdóname... Por favor...

Ella se caminó hacia mí y me tomó por el brazo sin delicadeza, yo la miré con miedo pero no dije nada. El miedo me ganaba y no quería saber que me pasaría si me atrevía a hacer cualquier mínimo movimiento.

Me soltó bruscamente y simplemente no pude mantener el equilibrio. Caí al suelo y de suerte pude meter las manos, así que solo me raspé la rodilla.

Luego de eso no recuerdo mucho, solo recuerdo que cuando se metió al cuarto pude respirar un poco más tranquila.

Solo me quedé llorando, no sabía cuánto tiempo había pasado así, pero supe que estaba en más problemas cuando salió del cuarto y estaba en videollamada.

-Mírala. Ahí está, chillando todavía.

Ella le habló, bajé la cabeza y sorbí mis mocos, odiaba verme de esa forma, odiaba que siempre hiciera eso. Mi respiración aún era entrecortada, ni siquiera podía respirar, de hecho, y ahora estaba hipando, tratando de dejar de llorar como una niña.

Levanté la mirada con los ojos aguados, me sentía demasiado confundida, muy bajos sollozos se escapaban de mis labios mientras intentaba respirar. Pero no podía. Y no sabía si era mi asma o alguna otra cosa.

Ella se tomó un vaso de agua y se fue de nuevo al cuarto, ni siquiera le importaba que estuviera temblando.

Me levanté con dificultad de donde estaba y caminé hasta el fregadero, abrí la llave y me mojé la cara, me sentía asquerosa. Me miré en el reflejo de la ventana y me preparé mentalmente, como solía decir ella, para todo lo que podría pasar.

Entré lentamente en el cuarto, para mi suerte ella estaba dormida dándole la espalda a la puerta. Caminé sin hacer nada de ruido y saqué un cambio de ropa del closet, cuando me estaba dando la vuelta para irme tan rápido como podía, ella habló.

-¿Qué haces?-

Por un momento me quedé congelada, tenía miedo, tenía bastante miedo.

-Voy a... Voy a bañarme... Perdón...-

Antes de que me vaya Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon