Volkov observaba el patio de su casa mientras sonreía, su hijo se encontraba a unos metros de distancia jugando con varios de sus amigos, más allá de él, Horacio repartía algodón de azúcar, sonrió aún más si es que era posible, se sentía dichoso en ese momento.
Habían pasado dos años desde el momento en el que decidió por fin terminar con las cadenas que le unían a su pasado, dos años desde la noche en la que él y Horacio se habían unido mucho más, cuando pudo volver a confiar y se entregó al alfa sin arrepentimientos. Desde aquel momento su vida no había hecho más que mejorar, tenía una familia a la cual amaba con locura, por fin había podido dejar de ocultarse cuando renunció a su trabajo y ya no necesitaba sus inhibidores.
El proceso de permitirse ser un omega en plenitud no fue sencillo, después de tantos años ocultándolo, su cuerpo y su mente se negaban a permitir que las personas le vieran, que vieran su naturaleza, sin embargo lo logró, no sin obtener la ayuda necesaria y el apoyo incondicional de Horacio, varias fueron las noches en las cuales el moreno le había acurrucado a su lado tras un ataque de pánico.
- Papi – la voz de su hijo hizo que apartara la mirada de Horacio y de sus pensamientos, llevándola hacia él nuevamente – toma.
Alec extendió su mano entregándole una flor de color amarillo, su sonrisa permitía ver el lugar exacto donde días atrás había perdido un diente, el segundo en lo que iba del año.
- Es hermosa – pronunció Volkov tomándola de sus manos – gracias.
- Papa Hache me dijo que te la diera y también me dijo que te diera otra cosa
- Ah ¿sí? ¿Qué cosa?
El niño hizo una seña para que su padre se acercara, así que Volkov se agachó lo mas que pudo dejando su rostro junto al de su hijo, este rápidamente le dio un beso en la mejilla para luego salir corriendo hacia sus amigos, pudo escuchar su risa mientras se alejaba.
El ruso observó a Horacio, este había dejado de repartir los algodones y lo miraba con intensidad, Volkov se acercó a él.
- Si quieres darme un beso puedes pedírmelo – dijo – no necesitas enviar a Alec.
Horacio posó sus ojos bicolores en los de su pareja, juraría que había un rastro de sorpresa en su rostro.
- Entonces, ¿ya no estás enojado? – cuestionó mientras que Volkov frunció el ceño sin comprender.
- ¿Por qué estaría enojado? – Señaló.
- Dijiste que no te gustaba el pastel – fue la explicación del moreno.
Volkov estalló en una carcajada sin poder evitarlo, luego observó el pastel depositado en el centro de la mesa, sin duda no era el pastel que hubiese querido para el cumpleaños de su hijo, pero Gustabo había insistido tanto en querer hacer un pastel en familia que al final los había terminado convenciendo, nadie contaba con que Volkov se pusiera a llorar con el resultado, y que su hijo dijera que ese pastel le gustaba había empeorado las cosas. Pero ese asunto ya estaba olvidado, el cambio de humor de Volkov era demasiado volátil en esos días.
- Pues no me gusta, pero no hay nada que yo pueda hacer – se encogió de hombros restándole importancia.
- Trataré de alejar a Gustabo la próxima vez que diga que quiere hacer un pastel.
- De acuerdo.
Horacio rodeo la cintura de Volkov acercándolo hacia él, su aliento chocó con la piel blanca de su cuello.
- Entonces, ¿me das un beso? – preguntó de forma anhelante
- Solo uno – aclaró Volkov. Horacio sonrió, en su mejilla se formó un hoyuelo.
- Me basta por ahora.
El moreno llevó sus labios hacia los contrarios dejando apenas una presión sobre ellos, teniendo en cuenta la cantidad de niños en el lugar prefería no llevar la situación hacia otros lugares, su mano libre fue a parar sobre el estómago, apenas abultado, del ruso de forma protectora, Volkov volvió a sonreír entre sus labios.
- Te amo – pronunció, no era la primera vez que lo hacía y no se cansaría de decirlo.
- Te amo más.
- Lo dudo.
- Es hora de cortar la torta – la voz de Gustabo interrumpió a la pareja y a los niños jugando - ¿Dónde está el cumpleañero?
- Aquí
Alec apareció a su lado en un instante, Gustabo lo colocó sobre una pequeña silla, a pesar de que el niño había crecido, no era lo suficientemente alto para llegar a la mesa, Horacio y Viktor también se acercaron colocándose uno de cada lado, ambos se miraron, después miraron a su hijo, finalmente sus ojos se posaron en la cámara frente a ellos.
Les había costado mucho llegar hasta allí, pero lo habían logrado y nada podría quitarles la felicidad que tenían en ese momento.

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Ωmega
FanfictionViktor Volkov es un omega con un hijo al cual criar, no tiene tiempo para los alfas, sobre todo, por que su odio a ellos es mayor que cualquier atracción. ¿Qué pasará cuando se encuentre con un insistente y particular vecino alfa?