[Abajo Fifi]

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Miguel conocía a Luis desde que ambos entraron a la preparatoria, cosa que fue muy inesperada para él, porque pensaba que él era muy basado para estar siempre con el grasoso que siempre sonreía sin importar el contexto.

En primer semestre ambos pelearon, se agarraron a golpes porque Miguel no quería que Luis lo tocará, el primer golpe lo dio el pelinegro, luego el castaño lo devolvió, después tenían a un grupo de personas animando la pelea.

Ambos fueron obligados a estar juntos durante ese semestre, fue entonces que simplemente sucedió.

Luis le dio su mano, ofreciéndole ayuda como nunca antes había pasado, recuerda que desde siempre la gente lo pasa por alto, creyendo que puede defenderse, pero en un rato de debilidad, confesó todo lo que en su mente y corazón le agobiaba, el más alto le brindo apoyo.

Desde entonces, sabe que le gusta, sabe que Luis para él es más que un amigo, porque le quiere de manera romántica, desea que muchas cosas pasen entre ambos.

Y nunca se ha negado el gusto de observar su rostro, porque le gusta verlo, observar como cada que mueve su ceja, el piercing se mueve con ella, le encantaba ver ese metal en su rostro, no se dio cuenta de que había más porque solo podía observar el que más visible tenía.

Ahora sabe que son cuatro y que uno está bastante escondido, porque aunque era distraído, podía estar a simple vista.

—listo papu, es hora de irnos.

Ah, si tan solo pudiese saber acerca de toda esa etapa.

Luis no expresaba mucho de cuando iba a la secundaria, pero lo poco que supo es que era completamente diferente ahora, ni siquiera lo sabe por boca del mismo, lo sabe porque algunos aseguran que lucía bastante diferente a como es ahora.

Y cada que preguntaba, era como si el castaño no quisiera que lo supiera, lo cual era ilógico porque le gustaba saber cosas de él, Luis sabía que Miguel por mucha indiferencia que tuviese, le prestaba atención.

—¿Tu mamá va a estar en casa?— pregunta el pelinegro, no quiere verse muy obvio, pero deseaba estar a solas con Luis.

—no papu, de hecho salió a visitar a unas tías.

Cómo siempre, Luis nunca pregunta el porque, Miguel cree que es porque es un poco denso para notar cuando alguien tiene interés en él, pero siempre ignora todo cuando hace esa pregunta.

—¿Puedo dormir en tu casa? Mi mamá va a estar con su nuevo novio y no quiero estar ahí.

—claro, ya sabes que eres bienvenido en mi casa papu— el castaño sonríe y Miguel olvida por completo todos sus problemas, quería estar con Luis en el más romántico de los sentidos, pero con todo lo que tenía en la cabeza, no sabía si estaba siendo romántico o hormonal.

Había posibilidades de que Luis se hubiese perforado un lugar poco visible, no creía que fuese el ombligo porque eso solo lo hacían las chicas, estaba más que claro que tampoco los pezones porque por mucho que le gustase la idea, ha visto disimuladamente (no fue a propósito, fue un accidente) el pecho del otro cuando hacen actividades físicas y se notarían a simple vista.

Cada vez que pensaba en una zona, descartaba posibilidades, todo era tan irreal, algunas opciones eran poco lógicas.

No tuvo tiempo de pensarlo más cuando llegaron a la casa del castaño, la segunda cosa lo golpeó de lleno cuando dio un paso adentro de ese lugar.

Iban a estar solos.

Nunca, en el tiempo que llevan de amigos, se habían quedado solos tanto tiempo, usualmente la madre del castaño salía y regresaba rápido, era la primera vez que ambos estarían solos, ellos y el gato que apenas entró, comenzó a restregarse en las piernas del de lentes oscuros.

Curiosidad [PanafrescoxPapulince]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora