Capítulo 04

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→ C A M I L A ←

Cuando por fin estamos dentro de la camioneta de Yakov es que me permito respirar.

—Agh... Odio tener que huir como fugitiva cada que quiero irme de cualquier lugar —bufo.

—Es el precio de la fama, lindura.

Me quedo quieta ante la forma en que Yakov se ha referido a mí y giro la cara para mirarlo, pero él sigue muy sonriente.

Claro, quería ver mi reacción.

Maldito genio.

—Lo sé, es el precio si quiero salir a escondidas de una fiesta con uno de los hombres más famosos en toda Rusia —contesto irónica.

—Y sí... A mí me pasa lo mismo si quiero salir a escondidas de una fiesta con una de las mujeres más hermosas de todo el planeta.

Giro los ojos y él se ríe.

—Ya, Romeo, pon en marcha el vehículo, que me voy a quedar dormida en cualquier momento.

—Como usted mande —bromea con tono militar.

Me atrevo a encender el estéreo mientras Yakov nos saca del estacionamiento, busco por varias emisoras hasta dar con una canción que me gusta: «Long Way Home», de 5 Seconds Of Summer. Empiezo a cantar emocionada y Yakov me lanza miraditas de reojo mientras lo hago, pero es que la canción me encanta.

Mis gustos musicales son muy variados, pero la música en inglés es de mi favorita, ni las canciones en español me gustan tanto. Así que me dejo llevar por el ritmo y me olvido del sueño mientras tarareo y me muevo como puedo en el asiento.

La canción llega a su fin en algún punto y la radio sigue eligiendo otras canciones a pedido del público, pero ya no las canto con tanta emoción porque no me nace hacerlo, el sueño parece volver a mi cuerpo de repente y un suspiro mezclado con un bostezo escapa de mis labios.

—¿Se te ha acabado el subidón de energía? —bromea Yakov.

—Se me ha acabado la canción, Yakov.

Él se concentra en conducir y yo me quedo mirándolo por alguna razón. Me gusta su perfil, tiene una nariz recta y mandíbula marcada, sus labios son bonitos y su cabello negro me llama mucho la atención.

¿Porque te trae recuerdos de...?

No, tengo prohibido pensar en Voldemort.

Alejo esos pensamientos y me centro en el chico frente a mí, que sigue muy concentrado en el camino, pero que siente mis ojos en él, eso lo sé por la sonrisa socarrona que no abandona su rostro.

—¿Admirando las vistas?

—No, pensando en cómo es que tienes tan buena genética —replico sarcástica.

—Gracias por el halago, eh, creo que ninguna chica me había dicho eso antes. —Me sigue la broma.

—Es que la mayoría de las chicas se fijan solo en el físico, yo me imagino que tus ancestros deben haber sido como tú, estoy elogiando tu árbol genealógico completo, básicamente.

El chico de las metas locasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora