Capítulo 19

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Maratón 1/4

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No dormí una mierda en toda la noche y de mi cabeza no sale la imagen de ese imbécil besando a Camila frente a todos. Me arde la garganta cada que recuerdo la forma en que ella le correspondió y las palabras de ese estúpido.

«Esto que ven aquí, es la confirmación de que Camila Bisbal es la mujer que amo».

Es un hijo de puta y está muy confundido si cree que le permitiré pavonearse con ella como si fuera su dueño, primero muerto a dejar que otro me la robe.

—Buen día, señor —saluda Aleksis en cuanto me bajo del coche.

—¿Ya están aquí? —Ni siquiera me molesto en responder su saludo.

Tengo un humor de mierda y a penas me preparé para salir hacia la empresa, las noticias me amargaron todavía más. Todos están hablando de la supuesta relación entre Yakov Kuzmin y Camila Bisbal, y me importa una mierda si sueno como un imbécil, pero ella no va a ser de nadie más. No la dejaré en manos de ese palurdo.

—La señora Charlotte acaba de llegar en compañía de su marido y la señorita Bisbal viene en camino —informa mi asistente.

Emprendo mi salida del estacionamiento en lo que Aleksis me informa los detalles. Traigo lentes de sol para ocultar un poco las ojeras, pero igual tendré que sacármelas en algún momento y estoy seguro de que la luz solo va a empeorar mi humor.

—Marko Novikov llamó esta mañana para pedir una cita con usted, señor —informa Aleksis y ese es uno de los pocos datos que estoy reteniendo.

—¿Cuándo?

—Este viernes a las nueve de la noche en un hotel francés, pidió que le confirme si acepta o no.

—¿Qué? ¿Quiere una cita informal?

—En efecto, dijo que para trabajar con usted primero necesita conocerlo y que luego decidirá si quiere ser socio.

Mierda, lo que me faltaba. Marko Novikov no es un hombre que se ande con rodeos, ¿pero a mí me da vueltas? Se debe pensar que no soy una persona capaz, seguro me ve como el «sustituto» de Abel Ibáñez, mas ese sujeto ignora mis capacidades. Si quiere que nos conozcamos, bien, nos conocemos.

—Confirma la invitación cuanto antes —ordeno.

—Como diga, señor.

Llegamos frente al edificio y a los primeros que veo son a Paulo y Charlotte, ella viene muy bien vestida y maquillada, tan ostentosa como siempre.

—¡Buen día, David! —chilla la pelinegra en cuanto me ve.

Paso de largo sin saludarlos, pero me siguen junto con Aleksis, empiezo a sentir un dolor de cabeza que no tardará en volverse migraña y eso me jode todavía más.

Carajo, los celos son como un veneno letal del que no te salvas de ninguna manera. Una cosa era que Yakov le coquetease a Camila, pero otra muy distinta es que la bese en mis narices y tenga la osadía de decir que es su novia.

Ruso malnacido.

—Me alegra verte, David, durante la fiesta de anoche a penas si pude saludarte —dice Charlotte y giro los ojos.

El chico de las metas locasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora