Posesividad

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Los nervios no se iban al completo aunque quisiera estar calmado, ya que dormiría en una casa que no era la mía tras un largo tiempo.

Después de cambiarme en el baño por si acaso, JeongIn ya estaba con el pijama puesto también cuando pasé por el marcó de la puerta hacia la habitación.

Mi vista, brillosa, se posó en su perfecto rostro sin maquillaje admirando su belleza natural.

— ¿Eres real acaso? Muchas veces pienso en que eres producto de mi imaginación.

Mi comentario fuera de lugar, le hizo reír en alto a la vez que sonreía mostrando los adorables hoyuelos.

— Soy real, no te preocupes. 

Su mano subió la mía hasta nuestra altura, y bajo mi curiosa mirada, dió un besito en la zona del dorso.

Sonriendo, le rodeé el cuello con mis brazos para estar más cercanos y sentirle hacer lo mismo en mi cintura, encontrándome casi pegado a él.

— Te quiero mucho.

— Yo más.

Solo nos dimos un par de besos cortos llenos de dulzura, para seguidamente apartarnos e irse él a un rincón de su hogar.

Mientras tanto, yo no me podía quedar quieto, entonces me dispuse a cotillear los objetos de colección y las fotos que tenía encima de los muebles.

Una figura me era distinta a las demás por alguna extraña razón. No la toqué, pero sí la estuve mirando detalladamente.

De repente, di un pequeño brinco al notar una respiración chocar en mi cuello junto con un abrazo por la espalda.

— Te asustas fácil, Minnie.

Su voz y risa eran melodiosas, me fascinaba este hombre.

— Depende de las circunstancias.

Como lo mencioné en un tono infantil formando un puchero, JeongIn negó divertido besando mi mejilla abultada.

— Justamente estabas observando la figura que te dije ayer que me regaló HanBin, ¿te gusta?

— No está mal, es bonita.

— Él también me ha ido regalado otras cosas para la casa. Para el salón comedor un cuadro de flores, para la cocina un reloj de pared, y para el baño el pequeño mueble al lado del espejo. Es un buen amigo.

— Lo es, parece que os lleváis bastante bien.

— Sí, fue el primero de todos en la clase en hacerse amigo mío, le tengo aprecio.

No hablamos más del tal HanBin, saltamos ese tema de conversación porque sentí sus labios estremecerme al hacer contacto con la piel de mi hombro.

JeongIn se encontraba detrás mío, y no le podía ver aunque lo hiciera de reojo.

Mi respiración se volvía pesada además de errática a medida que él continuaba con esos toques.

Se percató de que estando de pie poco se haría, y por eso me volteó antes de hacer nada más.

— ¿Puedo seguir?

Autoescuela #JeongMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora