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Narra Guinevere
—¡Estamos aquí! —nos avisó la gigante con una voz grave y firme, señalando el barranco ante nosotros.
—¿Esto es Echo Gorge? —preguntó Donny, mirando con una mezcla de curiosidad y desconfianza.
—¡Bloqueé la entrada para mantener alejada a la gente! —se quejó la gigante, señalando la entrada del barranco como si le causara una gran molestia.
—¡Ese niño! Si algo le sucede, estaremos en problemas —me advirtió Sin, con una mirada tensa, su rostro reflejando preocupación.
—Apuesto que tuvo el efecto contrario con ese idiota —respondí con un suspiro, mirando el barranco que se extendía ante nosotros, sus sombras albergando algo ominoso.
—¡Quizás... No vale la pena buscarlo! —dijo una de las hadas, con un tono de resignación en su voz.
—¡Sí! A estas alturas ya es posible que lo hayan atrapado! —mencionaron las otras hadas que nos acompañaban, sus voces llenas de incertidumbre.
Yo fruncí el ceño, mi instinto me decía que no podíamos simplemente quedarnos de brazos cruzados. Algo no estaba bien.
—Siento que este lugar apesta a magia oscura. Sin, si me lo permites, yo podría ayudar en algo y... —empecé a ofrecerme, pero Sin me cortó bruscamente.
