Cap. 8

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Estaba apoyada en la cabecera del asiento con los brazos cruzados. Observando inmóvil el exterior de la ventana.

Tengo sueño...

Siguiendo los movimientos del viento a través de las hojas que se balanceaban y chocaban contra sí mismas, cerré los ojos.

La noche se sentía pacífica y con la dosis justa de una noche cualquiera; sin embargo, aún tenía ese presentimiento que me inquietaba. Pero contrariamente a mis expectativas, no fue eso lo que arruinó el ambiente.

"¿Estás disfrutando de tu siesta?", escuché la voz de Ayato delante de mí.

Manteniendo los ojos cerrados, respondí: "No estoy durmiendo".

"Tal vez aún no, pero ¿no es lo que estabas planeando?", se burló.

Me quedé en silencio un momento. Tenía razón, pero no quería admitirlo.

"Te equivocas", insistí.

"¿Estás segura?" Volvió a preguntar.

"Sí, estoy segura".

Cuando respondí, él continuó: "¿Por qué no abres los ojos y miras a tu Ore-Sama?"

De repente, sentí el toque de sus dedos deslizándose sobre mi rodilla, abrí los ojos desconcertada.

"Quita eso...", espeté.

"No".

Ayato esbozo una pequeña sonrisa, como alguien acostumbrado a no obedecer y hacer lo que quiere. Luego su mano comenzó a deslizarse hacia arriba.

Parpadeé un par de veces para aclarar mi mente, y después de un momento de vacilación, tomé su muñeca.

"Es suficiente..." dije con firmeza, "no deberías actuar de esta manera, ni conmigo ni con nadie".

Me encontré mirándolo directamente a los ojos con una expresión severa.

Entonces, Ayato hizo una mueca, y apartó su muñeca como si mi tacto fuera molesto.

"Cállate. No me interesa lo que digas. No eres nadie para decirme que hacer".

Al verlo cambiar de actitud tan repentinamente, me sentí un poco aturdida. Parecía que mi actitud había encendido su enojo de alguna forma.

Pero decidí no preocuparme por eso. Ya tenía suficientes cosas en las cuales pensar.

Aparté la mirada en silencio y volví a cerrar los ojos. Por suerte, todos estaban distraídos con sus propios asuntos para poder notar lo que había sucedido.

***

Las luces de mi habitación se encendieron, una a una. Mi primer día de academia había sido un desastre. Solo podía recordar haber estado bostezando innecesariamente en cada clase y no recordaba ni siquiera la mitad de las cosas.

Me senté al borde de la cama. Y mientras pensaba para mí misma, observe la punta de mis zapatos.

¿Este es mi destino? ¿Tengo que vivir así hasta que finalice el juego o me asesinen...?

Baje la cabeza.

No importaba cuál fuera la respuesta, era inútil pensar en ello, ahora. Y si lo pensaba, lo único que podía hacer era reír o llorar, dadas las circunstancias.

Dejé escapar un suspiro que se elevó desde lo más profundo de mí.

"Tal vez deba..."

Sonreí de mala gana, y me puse de pie. Algo caliente se atascó en mi garganta.

Como un niño, que deseaba echarse a llorar, me puse a caminar de un lado a otro.

Era difícil mantener la mente limpia, y no sentirme frustrada. Estaba en un mundo extraño, con gente extraña. Y... estaba asustada. Asustada y sola.

No estaba aquí porque quisiera estarlo. Quería salir corriendo y olvidarme de todo. Aunque sabía que no podía hacer eso.

Me pasé una mano por el cabello como consolándome a mí misma.

Tenía que tranquilizarme. No podía mostrarme frágil, yo misma, yo, no la mujer que aparentaba ser.

Parpadeé furiosamente, y luego, me dirigí al baño.

***


... ¿Cómo diablos se supone que debo reaccionar a esto?

Miré sin decir una palabra a Shu quien estaba dentro de la bañera con los ojos cerrados y la ropa puesta. Se quedó quieto, sin inmutarse por mi presencia; parecía extremadamente tranquilo.

Cuando me aclaré la garganta intencionalmente, él dijo: "Guarda silencio o vete, eres muy ruidosa".

Ante sus palabras sentí que mi ceño se fruncía levemente.

¿Eran todos los hombres de aquí así? ¿O eran solo los de esta mansión?
Retrocedí un paso e instantáneamente observé el vapor que salía del agua.

"¿No tienes baño propio?" Dije en voz baja.

"¿Por qué molestarse en bañarse en un solo baño?" Respondió perezosamente.

Lo miré fijamente. No imaginaba que sus respuestas fueran tan vagas.

Después de una pequeña pausa, finalmente abrí la boca.

"¿Y cuánto tiempo te quedarás ahí?"

"Tal vez una hora... o unos minutos más".

"..."

"Si ya no tienes nada más que decir, sal, humana", dijo Shu.

Y justo cuando pensé que había tomado una decisión, sentí cómo me recargaba en la pared...

"No, me quedaré. Dijiste que tal vez unos minutos ¿verdad?" Salió de mi boca.

Maldita sea.

Parece que caí en Diabolick lovers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora