uno.

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La mañana de Andy Freeman había comenzado aproximadamente a las 5:30. Estaba tan emocionado por el comienzo a clases que no se podía dormir; así que decidió simplemente levantarse un poco más temprano para prepararse.

Se mudo al norte de Denver hace dos meses y desde que llegó ahí se le hizo imposible hacer amigos. Quizá porque eran vacaciones y sus papás no le dejaban salir de su casa. Es por eso que estaba tan emocionado. Estaba emocionado por conocer gente nueva y, sobre todo, hacer nuevos amigos.

Porque a Andy Freeman le encantaba hacer amigos. Era alguien muy hablador y su aura demostraba alegría al hablar con cualquiera. Aún así, por alguna razón, siempre le costó hacer amigos.

La gente en su antiguo pueblo le decía raro, charlatán –hasta a veces, insoportable–, y luego estaban los que no pensaban en sus sentimientos y simplemente decían que estaba enfermo. Igual que su madre y que toda la gente que le rodeaba comúnmente.

Y no, no estaba enfermo por una enfermedad. Le decían enfermo por el simple hecho de amar. ¿Acaso eso estaba mal? No, claro que no, pero Andy no lo sabía y estaba seguro de que él tenía un problema. De que de alguna u otra forma debía curarse.

Su madre le mira y acaricia su cabello, despeinandolo. Él sonríe y con emoción sale de su casa.

El viaje a la escuela es silencioso, siempre que esta con su madre lo es. Andy ama a esa mujer, después de todo, es su progenitora, pero, aún así, le es imposible entablar una conversación con ella, porque casi siempre, le recalcaba que algo estaba mal con él.

– Espero que tengas un hermoso comienzo de clases, hijo. –La mujer se agacho a la altura del menor y planto un beso en su frente.– Pórtate bien, ¿Si? –Jugo un poco con sus rulos. Andy rió.

– ¡Si mami! Te amo.

La expresión de la mujer cambió. Soltó el rulo del menor y se acomodo en su lugar.

– Si, cariño. Yo también. –Tosió.– Habla con muchas chicas, ¿Si? quizá y hasta consigas una novia.

Freeman parpadeó y asintió con emoción. Posó su mirada en la puerta de su nueva institución y se acercó a esta. Se volteo una vez más en busca de su madre, pero ella ya no estaba.

Entro al lugar. Era grande, al menos a su parecer. Su antigua escuela era pequeña,  después de todo; en el pueblo que solía vivir no habían muchos niños.

Se aventuró por el lugar, y luego de un rato, estaba frente a su locker, guardando sus cosas.

– Holi, ¿Eres nuevo por aquí, no? –Detrás de él, apareció una chica sonriente.– Soy Mary, ella es Donna. –Se apunto a ella y luego a su amiga.– ¿Tú eres?

Andy sonrió, emocionado. "Nuevas amigas" fue lo primero que pensó.

– ¡Andy! ¡Andy Freeman! –Extendió su mano hacia Mary, y ella la tomó con gusto.

– ¡Un placer, Andy!

– El placer es todo mío.

Se quedaron un rato hablando y descubrió que a su primera clase la tenia con Donna. En un principio no hablaron mucho, pero una vez Mary se separo de ellos su conversación comenzó a fluir.

– ¿Cómo era tu antigua escuela?

Donna se volteo a verlo, tenía una pequeña sonrisa dibujada en el rostro.

– ¡Era genial! Aunque más pequeña que esta. En el pueblo donde solía vivir no habían muchos niños.

Donna ladeo su cabeza con sorpresa.– ¿Por qué?

𝗧𝗛𝗘 𝗠𝗢𝗢𝗡 & 𝗧𝗛𝗘 𝗦𝗧𝗔𝗥, finney blake.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora