Rozar la felicidad

93 16 0
                                    


Capítulo 4: Parte III

Lauren, 22 de octubre, México

Horas más tarde, Lauren sentía que había conseguido el hito más importante en los últimos días de su vida. Y aunque quizás no era tan importante, pero para ella se sentía así.

Había hecho lo imposible, no solo había convencido a Camila -algo que tampoco había sido muy difícil- sino también a las enfermeras del turno de noche. Había conseguido que Camila se pudiera quedar a dormir allí, y no en el sillón, sino en la cama con ella.

En aquella pequeña cama, pero poco y nada le importaba a Lauren.

Estaban juntas después de tanto tiempo.

En algún momento, desde que se habían puesto el pijama y se habían metido en la cama, Camila se había dormido con una de sus libretas en las manos. Y Lauren, de lado contra ella, no había hecho nada para evitarlo. Verla dormir tan en paz y tan tranquila se sentía bien; no quiso ni siquiera apagar la lámpara de la mesita de noche para poder apreciar bien sus rasgos.

Con delicadeza le quitó la libreta de las manos y la apartó para que no les molestase; y volvió a mirar a Camila, casi como si fuera la primera vez que la veía en mucho tiempo. Algo simple y correcto; así se sentía. Porque por primera vez desde que se despertó del coma, Lauren se sentía bien, se sentía ella misma.

Quizás era por Camila, quizás era por la terapia que recibía a diario, pero sus pensamientos estaban por primera vez ordenados, y no esparcidos, y se sentían suyos.

Reales.

Aquello era lo más parecido a rozar la felicidad.

Un logro.

Su mano, de forma instintiva fue a la barriga de embarazada de Camila, acariciando con sus dedos por debajo de la camiseta de pijama. Una parte de ella esperaba que su hija diera en aquellos momentos una pequeña patadita; era el momento indicado. En las películas siempre ocurría así... Pero Lauren, simplemente sonrió cuando no ocurrió nada tras unos minutos. Era cierto que Camila ya le había dicho que había ocurrido muy pocas veces durante el embarazo y que siempre habían sido muy leves.

La motorista, por el contrario, disfruto igual del contacto:

-¿Algún movimiento...?-escuchó el susurro de la cubana, medio ronco.

Lauren, al instante, levantó la mirada para encontrarse con los profundos ojos oscuros de Camila mirándola atentamente con una pequeña sonrisa en los labios:

-Ay, Camz... te he despertado.

-No, no lo has hecho-contestó-. Esto es un bonito sueño, a decir verdad. Soñaba mucho con este momento cuando tú... bueno, no estabas aquí conmigo.

La motorista arrugó la nariz con una mezcla de sentimientos por lo que acababa de escuchar, y volvió a poner la mano en Camila, en su barriga:

-¿Ah, sí? ¿Y qué va a pasar ahora en el sueño?

Pero prefirió quedarse con lo bonito de todo aquellos, en vivir el presente y olvidarse de todo lo demás.

En aquel momento, los ojos marrones de Camila se volvieron a encontrar con los verdes de Lauren y se acercó mucho más, hasta el momento en el que sus narices se rozaron con cuidado. Ambas, se relamieron los labios de forma instintiva:

-¿Me puedes besar?

Lauren suspiró sobre su boca asintiendo con la cabeza.

¿Cuánto tiempo llevaba sin besarla?

Quizás había sido toda una eternidad lo que había pasado.

Y quizás, y solo quizás, el hito de aquella noche no era haber conseguido que Camila se quedase a dormir con ella, sino lo que estaba a punto de ocurrir.

Lentamente se acercó a sus labios, sintiendo la mano de la latina acunar su mejilla. Respiró su aire, su aliento antes de cerrar la brecha entre ellas. Fue un beso dulce y tierno, aunque con una carga emocional tan grande que a Lauren, incluso con los ojos cerrados, se le escapó una lágrima de felicidad. Instintivamente, la mujer de ojos verdes acabó de ajustarse acercándose un poco más, pasando su mano por la cintura para no dejar ni que el aire pasara entre ellas.

Necesitaba vivir otra eternidad para recuperar el tiempo perdido.

Ambas seguían encajando a la perfección, en todos los sentidos posibles, al igual que en su primer beso y en los miles que siguieron aquella noche. En ningún momento de las siguientes horas, se separaron de la cama; no dejaron de tocarse con las manos, de besarse de mil maneras diferentes pero con la misma necesidad de decirse todo lo que tenían dentro.

Ni Lauren ni Camila necesitaron palabras para decirse todo lo que sentían por la otra. 

Feel Again V: Impossible (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora