Capítulo 11

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Buenos días/tardes/noches a todos, primero que todo, disculpas por desaparecer nuevamente, de verdad que no se me ha olvidado que tengo que subir capitulos pero estos ultimos meses he tenido bastantes cosas en la cabeza y hoy por fin tengo tiempo de sentarme en el computador, poner mi playlist de musica clasica (así me concentro XD) y comenzar a escribir, admito que fue dificil porqué uno pierde ciertas habilidades despues de estar mucho tiempo sin escribir pero pude terminar este capitulo, no les prometo actualizaciones todas las semanas pero si les prometo terminar esta historia y las otras que tengo pendiente. Decidí terminar esta historia y cuando lo haga seguiré con otras que tengo pendientes, abarcar demasiado no funcionó para mi y quiero dar lo mejor de mi para escribir algo medianamente decente para ustedes, muchas gracias por su comprensión y por los mensajes que me han dado, espero que disfruten <3

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Yoko había dormido la gran mayoría del viaje. Las cinco horas de diferencia horaria parecían pocas pero sin duda causarían algunos estragos en su horario de sueño. Todo estaba previsto para que su vuelo llegara al aeropuerto alrededor de las 5:30 am y estaría llegando a su casa casi a las 7:00 am. Mientras el avión aterrizaba comenzó a sentir una enorme ansiedad, si bien había hablado con su novia unas horas antes de arribar, necesitaba verla lo antes posible y sentir el calor de su cuerpo, cuanto le había extrañado todo este tiempo, siempre se lo decían por teléfono pero siendo honestos, no era lo mismo que decirlo cara a cara. Yoko sabía que sus sentimientos llegaban a Divina, pero era raro, nunca habían pasado tanto tiempo separadas desde que habían comenzado su relación, hasta en sus tiempos en la Academia pasaban las vacaciones juntas. Y sumándole a todo esto, ahora su mejor amiga vivía con ellas y eso le añadía un extra de emoción y diversión a su vida. Ya podía imaginar las travesuras, las comidas y todo lo que haría con sus dos chicas y secretamente ansiaba que Wednesday volviera pronto y arreglara las cosas con Enid para que las cuatro pudieran salir en citas dobles, aunque jamás se lo diría, al menos no a propósito.

La vampira que sabía que nadie iría por ella y es lo que también había decidido para no molestar a nadie, había mentido con respecto de la hora de su llegada y simplemente quería sorprender a su novia y a su mejor amiga, además de las absurdas cantidades de regalos que traía en sus maletas. Tomó un taxi hasta su casa y tuvo tiempo de poder dormir un poco más antes de llegar pues sabía que su llegada no sería lo suficientemente tranquila como para recuperar las horas de sueños perdidas. Generalmente los vampiros son seres que no necesitaban dormir demasiado pero para Yoko era un momento que debía tomar sí o sí o su carácter afable y tranquilo se llenaba de ira, algo así como un niño con rabietas. A unas cuantas manzanas de llegar a su hogar comenzó a pensar en lo mucho que hubiese disfrutado de su viaje si Divina hubiese ido con ella, la sirena había decidido no acompañarla en su viaje familiar para no incomodar a nadie, una relación entre especies tan distintas era completamente mal vista y aunque los padre de Yoko estaban de acuerdo con ella, no así el resto de su conservadora, anticuada y aristocrática familia, lo mismo pasaba con Divina, sabía lo molestas que podían llegar a ser esas conversaciones y prefería evitar todo ese conflicto innecesario. Por supuesto que Yoko no estaba feliz con esto, tampoco le importaba la opinión de los demás pero para Divina era un tema completamente distinto así que respetó su decisión y no insistió. Llevaban saliendo más de 5 años y conocían los gustos y disgustos de la otra, la vampira había presenciado muchos incidentes nefastos en el pasado, como aquella vez que uno de sus tíos había expresado su horrible opinión con respecto a su relación y del porqué deberían dejarse de tonterías y conseguir unas parejas reales para seguir con el linaje de la familia. Aquella ocasión fue la primera vez que vio llorar a Divina, también fue la primera y única vez hasta ahora que vio como el puño de su padre impactaba contra la mandíbula de su propio hermano desestabilizando y haciéndole caer al piso casi inconsciente, dentro de todo lo malo, se podría decir que fue la mejor fiesta de fin de año que tuvo con su familia.

Non dimittam te iterumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora