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Sunoo jugaba a la pelota, mientras muchos niños le rodeaban jugando con el. 

No le gustaba jugar a la pelota, tenía que admitirlo. Pero siempre jugaba con sus mejores amigos para no dejarlos solos.

Su cabello rojo a veces se dirigía a su cara, tapando sus ojos, dificultándole la vista. Soplo varias veces para que su cabello se moviera levemente.

Todos estaban jugando en el pequeño parque, menos uno de ellos, que estaba aislado, con una libreta en sus piernas y un lápiz a mano.

Sunoo sabía que se trataba de Sunghoon. Un castaño que nunca le dirigía la palabra a nadie.

Se detuvo levemente para mirarlo. Era bastante lindo para su persona, pero tenía que admitir, que le intimidaba de cierta forma. Además que le causaba algo de intriga, su lejanía con las personas.

El chico le miró y Sunoo decidió ser amable y sonreírle. Sabia que el gesto no sería devuelto, pero el a sus 9 años, era así con todos, y no podía evitarlo. Era su naturaleza.

Luego de su acto, no quiso saber si fue devuelto. Simplemente se dio la vuelta y siguió jugando, quitándole el balón al equipo contrario.

Tiro el balón a uno de sus amigos, Jay. Y al ver que este tenía el balón se salió del juego. Le aburría hacer esas cosas. Simplemente no eran de su estilo.

Por eso suspiro y decidió ir a su casa, donde su madre y su hermano menor le esperaban.

Pero no espero que su mejor amigo se acercara trotando.

—¿Qué pasa, Sunnie? ¿Ya te vas?—Sunoo miro como Ni-ki tenía toda su cara sudada, logrando que su cabello con mechones rubios se pegara a su frente.

—Sabes que odio esto, y solo juego por ustedes.. Pero ya me aburrí, no lo haré más.— Ni-ki lo tomo del brazo, no le gustaba estar sin Sunoo.

—¿Pero podrías quedarte a mirar? Realmente no me gusta estar sin ti.—Sunoo se lo pensó un poco. No le gustaba estar bajo del sol, pero mientras estuviera debajo de la sombra, no habría ningún problema. El problema era que el único lugar con sombra, era el que Sunghoon estaba usando.—Si no, me iré contigo.

Sunoo río por lo  infantil que se veía Ni-ki, a pesar de tener 9 años, muchos eran serios por sus hermanos mayores o demás, pero Ni-ki era la excepción por ser hijo único.

De todas formas, no quiso irse. Sabia que Ni-ki amaba este deporte, y no quería arruinar el juego de su mejor amigo.

—Me quedaré observando.—Dicho esto, Ni-ki lo abrazo y beso en la mejilla, logrando que se sonrojara por el acto más el calor que hacia ese día.

Ni-ki volvió a la pequeña cancha que había en el lugar, mientras que Sunoo comenzó a avanzar con cautela hacia donde Sunghoon estaba. Era el único lugar con sombra, y si el chico no quería interrupciones, Sunoo no le molestaría. El tampoco quería hablar con nadie después de todo.

Al llegar al lado suyo, vio como Sunghoon levantó su mirada a su persona, levemente tenso. Sunoo lo tomó de mala manera, sin darse cuenta que los pensamientos del castaño eran completamente distintos a lo que el creía.

—¿Puedo sentarme al lado tuyo? No te hablaré si es lo que te preocupa. Solo veré a mi mejor amigo jugar.

El castaño asintió lentamente, y Sunoo tomo asiento al lado suyo. No le miro en ningún momento para no incomodar al chico. Pero sorprendentemente, fue este el que le habló.

—Park Sunghoon, un gusto.

Sunoo le miró asombrado, pero sonrió y para no parecer descortés, respondió:

—Kim Sunoo, el gusto es mío.

Y desde ese día, Sunoo tenía a alguien con quien conversar, mientras veía a sus mejores amigos jugar a la pelota.

Sin darse cuenta, que era la única persona a la cual el castaño le hablaba.

Warm || SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora