11 - Twenty Six Centimeters

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—A-Ah... uf, mierda, Satoru —Suguru suspira, entrecortado, apretando la sábana bajo su cuerpo entre sus dedos. Satoru lo mira, atento, hambriento, deleitándose con la excitada expresión que poseía Suguru en su rostro. Por su frente descendían gruesas gotas de sudor, sus ojos estaban entreabiertos, más oscuros de lo usual, sus labios se encontraban muy húmedos y con porciones rojizas por las mordidas que él mismo se proporcionaba. Estaba hecho un auténtico y hermoso desastre, y él era el causante y eso le encantaba.

Acuna en el interior de su boca los testículos de Suguru, succionando intensamente fuerte y haciéndole apretar la expresión de su rostro, soltando una maldición al aire, bastante fuerte.

Los lamió un poco antes de arrastrar su lengua por la larga extensión del miembro hasta llegar a la punta y mimarla con devoción, dándole pequeños besos calientes y un par de succiones que hicieron levantar a Suguru las caderas del colchón.

—Trágatela toda —demanda Suguru, llevando sus manos al cabello de Satoru. Este sonríe levemente e ingresa sólo una pequeña parte en el interior de su boca, haciendo sisear al menor—. Sé que puedes meterla más profundo, vamos...

Satoru gime alrededor del grueso falo en su cavidad bucal, aumentando la profundidad con la que lo succiona. Los sonidos húmedos hacen que, para Suguru, todo sea casi demasiado. Satoru sumerge el gran miembro hinchado del menor en su boca, hasta donde más puede, y, con las dos manos, abarca lo que no alcanza a entrar, masajeando con esmero y buscando hacer acabar al menor en su boca lo más pronto posible.

Se moría por sentir el orgasmo del menor en su boca, viajando por su garganta e inundando sus papilas gustativas con el amargo sabor de su esencia. Quería sentir esa caliente semilla derramándose a lo largo de su lengua y quería que fuese abundante.

La sensación de ahogo y mareo al no poder respirar correctamente por las furiosas y nada complacientes embestidas de Suguru a su garganta lo hacían sentir como si fuese una puta, pues sólo se excitaba mucho más.

Intentó llevar una de sus manos a su propia erección, buscando un poco de alivio, sin embargo, al notar aquel detalle, el menor gruñó, mirando a Satoru con los ojos líquidos en lascivia y muy enojados.

—Si quieres correrte, hazme correr primero —le advierte, con la voz ronca como el infierno.

Satoru gimió en desaprobación, pero aquello le hizo querer hacerle terminar mucho más rápido, así que, tomando aire profundamente, logró meter un poco más de la mitad en su boca, sintiendo arcadas. La saliva se acumulaba en abundancia en sus manos, las cuales masturbaban a Suguru efusivamente.

Siguió chupando más fuerte y empalando su boca en la gran dureza del menor hasta que esté movió abusivamente las caderas, dejándose caer del todo en la cama. Satoru pensó, entonces, que se correría, pero Suguru se sentó de repente y le empujó de los hombros, apartándolo por completo de su erección.

Satoru le miró confundido. Suguru se limitó a besarle en los labios con necesidad. Una vez logró juntar suficiente fuerza de voluntad para apartarse de la boca de Satoru, Suguru le obligó a ponerse de espaldas.

—Ponte en cuatro —ordenó, con la voz grave. Satoru obedeció, un poco aturdido.

El menor se ubicó debajo del cuerpo de Satoru , completamente acostado con su cabeza en la almohada y dejando el culo empinado de este justo en su rostro. Satoru entendió lo que el menor pretendía hacer cuando esté empujó su erección contra su boca, indicándole silenciosamente que siguiese chupando.

Y estuvo a punto de hacerlo, pero, en ese momento, Suguru ahondó en su entrada con su lengua de repente, como en la madrugada, y Satoru se retorció, arqueando la espalda.

FALOFILIA - Satosugu/SugusatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora