Prólogo

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Los sucesos y personajes retratados en esta historia son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia.

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El barullo provocado por los cientos de asistentes a la asamblea resonaba al hacer eco en las paredes. Reencuentros efusivos entre colegas de distintas nacionalidades, saludos casuales entre amigos, introducciones efusivas ante figuras a seguir. Era una ironía que, teniendo un carácter tan reservado, el hijo menor de la famila Uchiha hubiera terminando trabajando en los círculos de las Relaciones Internacionales.

Su hermano mayor, había continuado con los planes de su padre, involucrándose más de lleno en la política de elección popular de su país. Las conexiones de su padre podrían valerle también a él para obtener su propio escaño en el partido. Pero el elegir trabajar en la agencia de Relaciones Exteriores era su manera personal de rebelarse.

Cuando viajaba al extranjero, no extrañaba nada de su hogar. Soltero, construyendo una vida independiente a la de la casa familiar, lo más cercano a la nostalgia que llegaba a experimentar era la preocupación por el bienestar de su madre, quien se había casado cuando aún era realmente joven, privándose de vivir momentos memorables antes de su tormentoso matrimonio.

Aún absorto por el programa del día siguiente, no pudo evitar recordar la mujer que más lo amaba tras leer sobre la mesa panel del pabellón aledaño. Distintas invitadas, expertas internacionales hablarían sobre la violencia de género. Un nombre japonés resaltaba entre los demás a sus ojos.

-¡Aceptamos el reto! -gritó una rubia muy cerca de él. -No crean que tienen ventaja alguna frente a nuestra campeona de rondas de sake!

-Se llama nihonshu -corrigió una voz familiar. -Preferiría un duelo más neutral Ino... no quiero ser la única bebedora del equipo.

Una oleada de risas lo hizo notar que, las dos mujeres hablaban con la mayor parte de la delegación japonesa. De manera cordial, sus compañeros de trabajo saludaban a una silueta menuda y pelirrosa.

No había duda.
El nombre en el cartel no era una coincidencia.
A cinco metros de distancia, estaba Sakura Haruno.

-¡Venga Sasuke! La delegación de Estados Unidos acaba de retarnos a una competencia... -su rubio compañero, quien insistía en presentarse como su amigo a pesar de haberse conocido hace unos meses en este trabajo, lo jaló del saco para exigir que regresara con el grupo.

Sonrientes, los integrantes de la otra delegación se presentaban uno a uno. Aceptó reciprocamente los apretones de mano, reservando su presentación hasta el final -Uchiha Sasuke, mucho gusto.

El encanto se terminó en ese mismo instante. Interrumpiendo a sus compañeros, la mujer pelirrosa se disculpó vagamente, con la intención de marcharse.

-¿Qué ocurre Sakura? -Escuchó a una de las mujeres de la otra comitiva preguntar.

-Me han dado náuseas. Vayan sin mi.

Nadie insistió en hacer que la pelirrosa cambiara de opinión. Los compañeros de ambas comitivas se despidieron de ella, deseándole un buen descanso.

Debió marcharse con el resto. Debió dejarla relajarse.

Pero decidió correr tras ella.

-Leí sobre tu participación de mañana... coincide con una de nuestras sesiones -la vió tensarse en las escaleras. -Me ha dado gusto saber que has destacado tanto.

La joven mujer giró sobre si misma para devolverle la mirada. -A mí no me da gusto volver a verte -la expresión sombría enfatizaba su sentir.

Sin insistir nuevamente, la observó subir las escaleras. Esperó un rato para evitar coincidir en los corredores, y subió a su propia habitación. Sabía que Naruto le reclamaría al día siguiente. Sería un problema para mañana. Hoy tenía suficiente con el remordimiento que le provocaban las palabras de la doctora.

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